Literatura
El maniquí por María José Navarro
La picaresca española está de enhorabuena: han cogido a un señor por el carril Bus-VAO de la carretera A-6 con un maniquí de copiloto y a todo el mundo le ha hecho mucha gracia. El carril Bus-VAO, además de tener un nombre bastante chistoso, está reservado a vehículos que transporten a un mínimo de dos personas y premia a los que contribuyen a que haya menos atasco y contaminación. Desde el Bus-VAO los conductores cívicos, como mínimo en colleras como los patos, llegan a Madrid la mar de bien viendo cómo, a su vera y separados por un muro de la vergüenza, los conductores que ignoran las directrices ambientales y el sentido común se comen las uñas en el atasco diario. Los cívicos conductores busbaianos ríen y ríen pensando en la cantidad de tiempo que pierden todos los días los incívicos solitarios. Pero hete aquí que ha llegado un señor con corbata y todo que, harto de que se rieran de él, se ha inspirado en Rinconete y Cortadillo y se ha hecho con una pareja de plástico para poder llegar antes. La copiloto-maniquí, eso sí, va monísima: gafas de pantalla, foulard de gasa y escote prominente. Me arriesgo, pensó el pícaro, pero al menos que piensen que voy con un pibón. Los agentes de la autoridad han dado al fin con el malhechor y con su acompañante de mentira y le han puesto una multa de doscientos euros que seguro que le trae cuenta económica al infractor. La pregunta, ahora, está en boca de todos: ¿habrían osado los agentes dar el alto al infractor si en vez de una morena con foulard se agencia un maniquí de Angela Merkel?
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