Estados Unidos

Existe el infierno: Un pastor un libro e internet reavivan el debate

En una época de desastres naturales, de tsunamis, terremotos y atentados, de guerras y masacres, en tiempos de pobreza, hambre y crisis económicas, a alguien le puede sorprender (o no) que vuelva a aparecer el debate más antiguo del mundo: ¿existe el infierno? Un pastor estadounidense, un libro, un vídeo, una portada de la revista "Time", un puñado de entrevistas y los foros de internet han reavivado el tema, como nunca hasta ahora, entre la comunidad evangélica.

wbell
wbelllarazon

Un experto en marketing diría que la puesta escena de Rob Bell, pastor evangélico de la Iglesia Bíblica de la Colina de Marte, en Grand Rapids, Michigan, es impecable. El vídeo que ha colgado en Youtube es en realidad la promoción de su nuevo libro "Love wins: a book about Heaven and Hell"("El amor triunfa. Un libro sobre el cielo y el infierno") y parece hecho por la mejor agencia de publicidad.Una calle desierta y nevada, un pintor que toma un lienzo en blanco, la mirada fija en la cámara, mucho de pedagogía y preguntas retóricas, un pincel, un sin fin colores, un mensaje. Bell resume en su vídeo el cómo y el por qué de su libro, nacido de una casualidad y de muchas preguntas. Ocurrió un día en el que vio una cita sobre Gandhi en una exposición en la que alguien había escrito: "La realidad: está en el infierno".A partir de ahí, una reflexión ("¿Cómo puede saberlo alguien?"), una conclusión ("en la Iglesia del Dios del amor no puede haber lugar al castigo eterno") y una crítica a todos aquellos miembros de la comunidad evangélica que –asegura- han hecho del miedo al infierno el centro de su doctrina.

Portada en la revista "Time"El debate, del que ha quedado fuera la comunidad cristiana católica, ha generado miles de comentarios y ha traspasado a la sociedad civil en el momento en el que Rob Bell ha comenzado a atender entrevistas en los principales medios de comunicación de todo Estados Unidos, y sobre todo después de que la revista "Time"le haya dedicado la portada más comentada de los últimos meses.Los partidarios de la doctrina de Bell esgrimen con furor a sus propios "mártires", como Chad Holtz, pastor de una iglesia rural de Carolina del Norte del Metodismo Unido, que apoyó en su página de Facebook a Bell y que fue despedido por sus superiores. "Yo creo en que la justicia y el juicio final llegarán algún día, pero no en que eso signifique una eternidad de tormento", dijo Holtz.En la polémica ha terciado una autoridad en la iglesia evangélica de Estados Unidos, el nonagenario Billy Graham, que fuera consejero espiritual de muchos presidentes americanos. Graham citó en su web a Lucas 12:5, donde Jesús dice: "Os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed".Y aclara: "Puede que te sorprenda descubrir que nadie enseñó más acerca del infierno o nos advirtió en contra de él que Jesús. Pero escucha: Dios no quiere que vayamos ahí. Si lo hacemos, sólo será debido a nuestro deseo obstinado de dejar a Dios fuera de nuestras vidas", añadió el conocido predicador.

La existencia del infierno

Como Graham, muchos otros predicadores evangélicos se han posicionado a uno u otro lado del debate sobre si existe o no un infierno eterno, cómo se concilia esto con el Dios del amor y si, como sostiene Bell, el averno será el destino de la mayoría de los hombres.

El reverendo Albert Mohler Jr., president del Seminario Teológico Baptista del Sur, asegura en las páginas de "Time"que el libro de Bell es "teológicamente desastroso", hasta el punto de adivinar en él "intenciones subversivas". El aludido, sin embargo, prefiere insistir en su mensaje allá por donde habla, ya sea en el púlpito de su iglesia, en los micrófonos de una radio o en las páginas de Newsweek o The Washington Post: "Creo en el infierno ahora y en un infierno más adelante, pero no en uno que sea para siempre. Si fuera así, ¿cómo entonces se acercaría alguien a una Iglesia sin confiar en el perdón de Dios?".

En lo que todos están de acuerdo es en que el debate es casi tan antiguo como el Cristianismo. Y en que, quizás, el mensaje de Rob Bell no debe entenderse más que como una crítica a aquellos pastores y predicadores más extremistas que se aprovechan del miedo al infierno para azuzar las conciencias de los pecadores. Y que para el resto de los Cristianos nada hay que cuestionar más allá de que Dios es amor.