El Fundi: «Mi mejor recompensa es haber vivido de esta profesión»

Modélico y ejemplar. Así ha transcurrido el amplio camino de El Fundi como matador. Una referencia como torero y como persona de esfuerzo y superación que multitud de jóvenes que trazan sus primeros muletazos han tratado de impregnar en sus carreras. Precisamente, ahora que cumple 25 años de doctorado la del fuenlabreño enfila su ocaso.

–¿Por qué ha decidido dar el paso definitivo de retirarse?
–Llevaba un tiempo sopesando la idea, sabía que si no era el pasado, era este o el próximo. Son muchos años de alternativa y también hay que saber cuando parar a tiempo. Además, aunque no quiero ser victimista, tal y como están las cosas no me estaban respondiendo las empresas como pienso que deberían hacerlo, así que es un cúmulo de circunstancias que te animan a decidirte.

–Y qué mejor que hacerlo a los 25 años de alternativa...
–Sí, exacto. Es una motivación más. Probablemente, la gota que ha ayudado a rebosar el vaso de mis dudas. Las bodas de plata son una fecha bonita y sirve como aliciente para obligarte a estar a la altura, además de darle ese toque romántico al final de mi carrera.

–¿Qué se lleva del toro?
–Toda una vida de dedicación a él. Desde la ilusión de mis inicios hasta la pelea y la entrega que siempre me ha caracterizado. Un esfuerzo que ha tenido la gran recompensa de haber podido vivir de mi profesión, la que he amado desde niño. Me llevo una manera de ser y andar por la vida.

–Esta no será la primera vez que se aleja del ruedo...
–Sí, me retiré como novillero, estuve casi dos años sin torear. Pasé de un niño que quería ser torero a un hombre que ejercía como tal. De venirme todo rodado en la Escuela a verme con la seriedad del novillo casi toro y darme de bruces con la realidad de la profesión. Me vine abajo y me desilusioné, así que corté mi carrera.

–¿Será éste un adiós definitivo?
–Creo que sí. Es posible que pueda salir algo esporádico, pero me voy con la intención de no torear más. Hago 45 años y 25 de alternativa, edad para andar sin tonterías.

–Para los compañeros es modelo de dedicación y sacrificio. ¿Reconforta ese reconocimiento?
–Me enorgullece escuchar que siguen mis pasos, mi manera de andar en la vida. Aunque no haya llegado a ser la figura del toreo que me hubiera gustado, he tenido una trayectoria con rectitud y honestidad tanto dentro como fuera del ruedo.

–Además, de la Escuela de Madrid se lleva grandes amigos.
–Sí, pero son relaciones que seguirán a fuego lento en mi corazón. Tengo magníficos recuerdos. Bote, Joselito y yo convivimos cuatro años en una finca de Martín Arranz en Colmenar de Arroyo. Esa etapa es imborrable. Seguramente hayan sido los momentos más felices de mi carrera.

–Madrid en otoño. ¿El escenario ideal para cortarse la coleta?
–¿A quién no le ilusionaría retirarse en Madrid? Pero, no es mi motivo primordial. Ni siquiera sé si habrá una fecha marcada. Quiero hacer una temporada bonita, no tengo más pretensiones.

En primera persona
Adrián Gómez, un percance que «hizo mella»
Estrechamente ligado a los últimos años de la carrera de El Fundi surge la figura de Adrián Gómez, su banderillero, herido en Torrejón de Ardoz y postrado en una silla de ruedas. Su muerte «no influyó» en la decisión de El Fundi. «Estamos mentalizados de que es algo que está ahí siempre y puede suceder. Que le sucediera a un amigo de la infancia al que el destino me volvió a unir después de hacer camino por nuestra cuenta te hace mella. Es evidente, aunque ese día no toreara conmigo, nos dejó marcados», afirma.