Brasil

El fantasma de la recesión

La Razón
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El último dato de crecimiento de la economía de Estados Unidos en el segundo trimestre ha enfriado los ánimos más esperanzadores y ha agitado fantasmas que parecían superados. La que aún es la mayor locomotora mundial se quedó ocho décimas por debajo de las previsiones, hasta el 1,6% del PIB de subida. La cifra es tres veces menor de la registrada a finales de 2009, lo que revela un preocupante estado de ralentización. Pero además la fragilidad del crecimiento ha estado flanqueada por comportamientos muy decepcionantes del empleo, el mercado inmobiliario y la industria. Hay abierto un periodo de incertidumbre y vacilaciones que arroja nuevas dudas sobre una economía imprescindible para consolidar la recuperación global. Esa corriente de recelos se ha plasmado en una encuesta de Reuters, en la que uno de cada cuatro economistas (25%) cree posible que la economía de Estados Unidos regrese a valores negativos en el tercer trimestre del año frente al 15% que lo hacía en julio. Entre un número creciente de expertos, como el Nobel Krugman, se extiende la teoría de que la principal potencia del planeta no ha entrado todavía en una fase de recuperación.
Cada vez son más los empresarios y sectores profesionales que cuestionan la política económica de Barack Obama, demasiado intervencionista y con un exceso de ataduras normativas que están encorsetando el tradicional dinamismo norteamericano. El importante déficit público de sus propuestas está generando escepticismo y preocupación entre las empresas, que no sintonizan con la agenda económica del presidente, lo que redunda en la no recuperación del empleo. Se quiera o no reconocer, la realidad es que las recetas del inquilino de la Casa Blanca no han generado la confianza necesaria para fortalecer una reactivación titubeante, sino más bien todo lo contrario.
El papel de las economías emergentes no es ajeno tampoco a esos nubarrones sobre la recuperación de la economía global. Los voluminosos crecimientos de China –segunda economía del mundo– Brasil o India están configurando un orden mundial que acapara recursos, comercio y capitales mientras las potencias occidentales se quedan descolgadas en el reparto. Esa reorganización ha multiplicado las dificultades para Estados Unidos y Europa, que se intenta aferrar en lo posible a esos mercados potentes. Ya lo hizo Angela Merkel con bastante éxito y ahora lo intenta José Luis Rodríguez Zapatero, que viajó ayer a China y Japón, acompañado de empresarios, para vender la marca España.
En ese contexto de inquietud, el comportamiento de las principales economías europeas, con cifras de actividad por encima de lo previsto en Alemania, Reino Unido o Francia, supone un respiro con matices. Porque no se puede ignorar el efecto contagio de EEUU sobre Europa ni que si Wall Street estornuda en el viejo continente nos acosa la neumonía. Si se confirman los presagios para Estados Unidos, España será una gran perjudicada por su fragilidad estructural. Nuestro país cerrará el año en tasas negativas de PIB, y un estado de parálisis mundial nos llegaría de nuevo con los deberes por hacer, con tibias y desacertadas reformas, y sin la catarsis que el país necesita desde hace años.