Castilla y León
OPINIÓN: Relato de la vida
Caminaba con cara de seminarista en crisis de conciencia, como un cauce sin riberas. La alegría se le entristece. Hacía reflexiones en voz alta. Eran realidades y metáforas con patas. Detrás de las bambalinas de su cerebro esperaban ser vestidos con la palabra los pensamientos para poder salir a escena en este teatro de la vida: No es casualidad que mascara en tiempos primitivos significara: ser humano, decía. ¿Por qué el dinero es tan caro para los pobres? ¿Por qué se necesitan a tantos trabajadores para producir un solo rico? ¿Por qué el dinero siempre tiene la razón?
¿Por qué interesa inculpar a los acusados más que descubrir a los verdaderos culpables? La meta siempre está más allá.Será que he descendido a los infiernos, pensaba.
Demasiadas calles sin fin ya recorridas. Sueñas con ser cirujano pero los enfermos no cuentan contigo. ¿Quién me separó de mis sueños? Es posible que fuera ella, porque a veces la vida se regodea hurtando expectativas. De niño te crees todo, tienes toda una vida por delante; pero las hojas del calendario tienen demasiada prisa. DESTINO, ésta era la palabra más idiota en la que podía pensar. Sería la crisis. ¿Por qué siempre se amparan en ella para justificar sus desmanes?
No necesito justificarme. He vivido la razón de mis opiniones. No quiero más preguntas, porque como decía Mario Benedetti: «cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas». «Soy un idealista. No sé a dónde voy, pero estoy en camino», dijo Carl Sandburg.
Somos más de dos los que pensamos así.
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