Arquitectura
Los cines Tívoli ya sólo fachada
MADRID- La lenta agonía de los cines en el centro de la ciudad se puede ver de forma clara en la desaparición de las salas en la Gran Vía, transformadas en tiendas de moda, teatros o restaurantes. Pero para las pequeñas filmotecas de barrio, la extinción vino precedida de años de ruina hasta que alguien decidió tirar o rescatar los inmuebles que, en ocasiones, eran antiguas bellezas arquitectónicas.
Éste es el caso del Cine Tívoli, estrenado en 1930 como uno de las salas más modernas de la ciudad y que funcionó hasta 2006. Se trata de uno de esos cines de barrio que vieron cómo su clientela huía poco a poco hacia las grandes salas de la periferia, con el último alarido en sistemas de sonido e imagen.
Cuatro años estuvo en estado ruinoso hasta que la promotora Marobisa lo compró en 2010 y lo demolió por dentro. Tan sólo rescató su fachada, que data de 1927 y que se tratará con un cerramiento acristalado para que su estilo art decó no se pierda y, de paso, revalorice los apartamentos de lujo que se están construyendo en lugar de la sala y que estarán terminados a lo largo del próximo año.
Al obtener la licencia para hacer las obras, la inmobiliaria adquirió la obligación de mantener y restaurar la fachada que da a la bocacalle de Duque de Sesto. Esta condición se ha dado también en otros míticos cines que han desaparecido en la capital. Por ejemplo, el Cine Avenida de la Gran Vía ha recuperado la fachada que antes ocultaban los carteles de los estrenos de la semana e, incluso, la marca de ropa que ocupó el inmueble ha conservado las escaleras y los arcos de entrada a cada una de las salas, con su correspondiente numeración, como puntos de paso a las distintas secciones de la tienda. Todos ellos son elementos también protegidos en la licencia de obras.
En el caso del Cine Tívoli, en Marobisa se decidió potenciar el esquema compositivo original, devolviéndole a la fachada su carácter clásico y marcando de nuevo la diferenciación entre el cuerpo central y los torreones que lo flanquean. Así, se propuso una nueva fachada de vidrio y aluminio, ligera y transparente, en contraposición a la fachada existente, pesada y densa, que como un velo matizará la presencia de la fachada neoclásica, proponiendo una fachada cambiante en función de los movimientos del Sol y de las características climatológicas.
«El marcado carácter arquitectónico de la fachada principal dará paso al zaguán y al portal, decorado en madera teñida en color y piedra natural con un mural retroiluminado», añade la constructora. Además, el edificio contará con un garaje robotizado, un nuevo sistema de aparcamiento automático de coches que se sumará a la docena que ya se han instalado en diversos inmuebles de la capital para aprovechar el espacio y reducir la contaminación.
De las palomitas a la domótica
El antiguo hogar del Cine Tívoli, que ahora se llamará «Antonio Acuña ocho», se completará con una piscina en planta ático con sistema de nado a contracorriente y con posibilidad de calentamiento del agua aprovechando los posibles excedentes del sistema de captación de energía solar instalado en cubierta. Cada uno de los apartamentos tendrá un control domótico para las persianas, la calefacción o las luces, con el que los propietarios, con unas palomitas en la mano, podrán rememorar la caída del telón.
✕
Accede a tu cuenta para comentar