Literatura

París

Begoña Aranguren: «Vilallonga era canalla y muy inteligente»

Con firma propia. Profesión: periodista y escritora. Nació: en 1949, en Bilbao. Por qué está aquí: por su libro «Niño mal de casa bien» (Planeta), sobre el escritor y aristócrata José Luis de Vilallonga. 

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–Dos libros ya sobre el que fuera su marido, José Luis de Vilallonga. Dirán que le está sacando mucho provecho al muerto.
–Que digan lo que quieran. Los he escrito porque me apetece. El primero lo hice con rencor; éste es una especie de mea culpa.

–«Niño mal de casa bien» ya no es un ajuste de cuentas. ¿Acaso una carta de amor tardía?
–Sí, es una gran definición. Una carta sentida, sincera y honesta, diciendo las verdades. La verdad siempre molesta. Pero sin ella no hay amor.

–Le denomina «el último gozador del siglo XX». ¿Usted será la última gozadora del siglo XXI?
–No tengo esas ganas de disfrutar que él tuvo hasta el final. Soy gozadora, pero a la vez austera. Nunca gastaré lo que no tengo.

–¿No es usted también una «niña mal de casa bien»?
–Yo sólo soy la excéntrica de una familia tradicional.

–Dice de Vilallonga que fue autor de «un sinfín de bajezas de altura»...
–En algún momento, yo también las he hecho, seguro. Como todos.

–¿Es cierto que su difunto dejó el PSOE porque no le hicieron embajador en París, como pretendía?
–Sí, eso influyó mucho. También dijo que había otras razones, como la corrupción, por ejemplo. Se mentía mucho a sí mismo.

–Le define como «un canalla de buen corazón». ¿Algo que nunca será usted?
–Puedo ser mala de buen corazón, pero no llego a canalla. Para ser canalla hay que ser muy inteligente, como José Luis. Era más inteligente que yo. Por eso le admiraba. No comprendo el amor sin admiración.

–Era, dice, inteligente, progresista y medio monárquico. ¿Eso vale también para usted?
–No soy tonta. Además, soy progresista y juancarlista, no monárquica.

–¿En qué se parecen los dos?
–Ahora veo que en más cosas de las que pueda imaginar. Éramos, en el fondo, dos tímidos muy echados para adelante. Valientes, pero no osados.

–Habla de los diferentes modos de envejecer...
–La mujer envejece peor. Parece que la naturaleza tiene mala idea: es la situación ideal para que nos pongan los cuernos.

–Al final escribe que la figura del difunto la persigue. ¿Le gustaría hablar con él a través de la médium Anne Germain, en la televisión?
–Me gustaría mucho hablar con él, pero sin la médium y sin cámaras.

–Mejor no: puede que le pida parte de sus derechos de autor...