Francia
Al Bano: «Volvería a cantar con Romina por qué no»
Llega media hora tarde a su cita con la Prensa, pero culpa a «una compañía aérea de mi impuntualidad». Con un sombrero panamá, vaqueros y blazer azul, Al Bano Carrisi toma asiento para hablar de su nuevo álbum «La mia opera», del concierto que ofrece hoy en el Teatro Häagen-Dazs de Madrid y de sus vinos, que ya se distribuyen en España.
El artista italiano los produce en los viñedos de Cellino San Marco y hace unos años inauguró la bodega Tenute Albano Carrisi, en la que elabora conocidas referencias como Felicitá, Mediterráneo y Nostalgia, que catamos durante el encuentro. Antes, el cantante aseguró que esta noche «habrá fuegos artificiales y numerosas sorpresas, pero no las quiero adelantar», aseguró. Una actuación que resulta el aperitivo de una gira internacional, que le llevará a Rusia, Francia, Alemania, Austria, EE UU y le devolverá a España en diciembre. Interpreta a maestros de la música clásica como Beethoven, Verdi y Puccini: «Siempre me han gustado las arias de la historia de la ópera. Para realizar este trabajo me he imaginado cómo habrían escrito hoy las partituras y he añadido los instrumentos que ellos no tenían, como la guitarra y la batería, y el resultado es muy interesante».
Tres discos en un año
Y llega el momento de indagar sobre su vida privada. ¿Cómo es su relación con sus seis hijos? Tiene cuatro, fruto de su matrimonio con Romina Power, y dos de su relación con Loredana Lecciso. Deja claro que él sólo se ha casado una vez: «Me gustaría que les preguntaran a ellos, me encantaría escucharles», apunta esquivo. De la tragedia de Ylenia, que desapareció el 6 de enero de 1994, no quiere ni oír hablar. Su relación con Lecciso también se ha enfriado: «Las cosas pasan, pero no me gusta ir de víctima». Sobre todo porque, dice, «yo pongo amor en todo lo que hago, es el motor universal para vivir. Además, gozo de una salud perfecta. Hasta ahora nunca había trabajado en tres discos durante un mismo año». Incluso no descarta volver a subirse a un escenario con Romina: «¿Por qué no? Tantos años juntos en la música no los puede romper un divorcio». Cuando no está encerrado en su estudio, micrófono en mano, o entre viñedos, el italiano se dedica a su labor como Embajador de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Su lucha contra las drogas es incansable: «Es la tercera guerra mundial. ¿Su legalización? Ni hablar, no es la solución al gravísimo problema», sentencia.
Antes de abordar la bandeja de pan tumaca, el intérprete responda una última cuestión: ¿Qué le parece Silvio Berlusconi? «Le aprecio mucho. Parece que le quieran crucificar, pero ha hecho cosas buenas y malas, como todos. Me gusta su carisma». Por fin, logra hacerse con una copa de su vino.
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