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De Espadas y primarias

La Razón
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Dicen las malas lenguas que Juan Espadas está que echa las muelas por el monumental fiasco en el que al final han convertido su candidatura y por el cachondeo padre de haber pasado a anunciarle en los carteles electorales como «Juan Espadas, El Torbellino». De ser el candidato oficial bendecido con todos los sacramentos del líder y del partido, ha pasado sin apenas solución de continuidad a erigirse en un Platanito cualquiera que pide «una oportuniá» en la capital de Andalucía y en una Terremoto de Alcorcón que pregona sola, por su cuenta y riesgo, «que hoy está aquí de promoción». Cómico y trágico, al mismo tiempo. Le prometieron el oro y el moro y le vendieron una transición pactada, en la que el alcalde abandonaría silenciosa y tranquilamente la escena pública y el cargo de regidor y él asumiría desde el minuto uno todo el protagonismo político. Pero de la pura hipótesis del cuento de la lechera se ha pasado a la cruda realidad de convertirlo en un alma en pena que vaga por los despachos y que literalmente implora «espacios» en los que poder aparecerse a sus potenciales votantes en la claridad del día y sin tener que encontrarse por las esquinas con el difunto Monteseirín.
Objetivamente, y si se pudiera trazar en un mapa el exacto recorrido a seguir sobre cómo hacer las cosas rematadamente mal en política, está claro que el caso Espadas sería todo un ejemplo y un fenómeno a estudiar en cualquier manual de referencia. A día de hoy, ni tiene protagonismo, ni puede asumir autoridad alguna, ni es posible que pueda evitar compartir el descrédito de la gestión del actual alcalde por verse obligado a compartir con él la extinción de su mandato. Y lo peor de todo es que el caso Espadas es uno de los primeros y más singulares patrimonios de la era Griñán. Todo el mérito de su operación de recambio se la debe al presidente y es un genuino producto de los nuevos cálculos y estrategias políticas que rigen esta era del socialismo andaluz convertida en la de los lisiados y zombis que conviven con muertos que no acaban de morir. Los cálculos que han impedido la celebración de primarias y que han hecho saltar las alarmas de las primeras críticas en Málaga, Córdoba o Almería de manera casi desconocida hasta ahora en el partido. Si se repite manual y resultados, Griñán va a tener un armario atiborrado de cadáveres que le estarán esperando al final de las municipales.