San Sebastián
De farsa a burla
Lo que empezó como una farsa ha terminado como una burla. La llamada pomposamente «Conferencia Internacional de Paz», planeada e impulsada por el brazo político de ETA, se permitió ayer instar a los gobiernos de España y Francia a negociar con la banda, otra vez; pidió compensaciones para «todas las víctimas», equiparando a asesinos con asesinados; exigió «respeto a las consultas a la ciudadanía», expresión que engloba tanto a Bildu, Sortu y Amaiur como a consultas soberanistas; y propuso la creación de un comité internacional que vigile la aplicación de este «programa». A cambio, los «pacificadores», encabezados por un Kofi Annan que enturbia aún más su currículo, si cabe, participando en esta patraña, ruegan a la banda terrorista que haga «una declaración pública del cese definitivo de la actividad armada». Desde luego, los dirigentes etarras no habrían expresado ni defendido mejor sus propios objetivos ni sus más ardientes deseos. La misma fraseología empleada, que enmascara el terrorismo como «actividad armada», demuestra a quién beneficia y a quién humilla la patraña de San Sebastián, quién saca rédito propagandístico y quién ha picado el anzuelo. Sólo falta, para completar la escena, que ETA haga esa «declaración pública», como le han «pedido», y que pase la responsabilidad al Gobierno de la nación de mover ficha. Ante la forma en la que se ha desarrollado esta operación de publicidad, que beneficia en primer lugar las espectativas electorales de los etarras, resulta inevitable sospechar que forma parte de una estrategia pactada y fijada hace tiempo, cuyos puntos fundamentales son: legalización de Batasuna para que pudiera presentarse a las municipales (lo que ya hizo con el alias de Bildu gracias a una inaudita sentencia del Tribunal Constitucional) y a las generales del 20-N, cosa que está a punto de conseguir con otro alias, Amaiur; aproximación de presos y excarcelación de otros, lo cual se ha producido de modo constante en estos meses; cese de detenciones; y escenificación de la conferencia internacional que los eterras no pudieron convocar en 2006. De esta amplia relación de objetivos logrados no hay uno solo que no figurara en la «hoja de ruta» de ETA, como ha revelado en reiteradas ocasiones LA RAZÓN con documentos internos de la propia banda y con datos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Hemos asistido, por tanto, a otra burla, especialmente hiriente para las víctimas, a la que se han prestado de modo incomprensible un Partido Socialista de Euskadi sin memoria para sus propios compañeros asesinados y un PNV noqueado políticamente tras cuarenta años recogiendo nueces. Tampoco el Gobierno de la nación sale bien parado de este desaguisado. Su aparente distanciamiento y su silencio sepulcral han sido interpretados como un apoyo tácito a la «Conferencia» y sus promotores. Es inverosímil la participación de Kofi Annan sin el beneplácito del Gobierno. Como es de suponer que el candidato Rubalcaba aprobó el programa previamente. A quienes no han preguntado ni respetado es a las víctimas del terrorismo, que han sido puestas a la misma altura que sus verdugos, lo que supone un «desastre moral» y un error político, en certera expresión de José María Aznar. La comedia continuará.
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