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Papel blanco y tarea por Cristina López Schlichting

La Razón
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Una página en blanco, después de una resma de folios con tachaduras, es siempre un alivio. Eso es el nuevo Gobierno. Pero da un poco de vértigo calcular la magnitud del desastre que afronta. Los más terribles desafíos son tres: economía, ETA y educación. Los ministerios que están fuera de estas áreas de acción parecen asunto menor en momentos tan graves. Es difícil que sin dinero se pueda maniobrar en Defensa, Fomento, Industria o Agricultura. En este último Ministerio, la victoria es en sí el restablecimiento de la cartera en la persona de Miguel Arias Cañete. A los soldados, tendrá que pedirles Pedro Morenés paciencia, lo de siempre; y Ana Pastor –salvo que tenga una idea genial para poner el enorme stock de vivienda en venta– carece de recursos para construir nada en Fomento. A Soria, en Industria, le pasa tres cuartos de lo mismo. La batalla del león la afronta un cuadro de primeros espadas fabulosamente nombrado por Rajoy: Soraya Sáenz de Santamaría desde la Vicepresidencia, Montoro en Hacienda, Guindos en Economía, García-Margallo en Exteriores y Fátima Báñez en Empleo. Se trata de embridar gastos, recortar toda la estructura del Estado, hacer la reforma laboral y activar el empleo, encabezar el saneamiento financiero y volver a convencer a Europa y al mundo de que no somos una panda de inútiles que confunde los papeles. Paradójicamente, fíjense, no lo veo una tarea insalvable, visto que se han puesto los mimbres adecuados. Más duro me parece lo que se les viene encima a Gallardón y Jorge Fernández, en Justicia e Interior. El ex alcalde tiene órdenes de poner en marcha la renovación del Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, lo que conlleva el casi imposible horizonte de intentar despolitizar la Justicia. Pero sobretodo, si se cumplen los augurios de Aznar y Mayor Oreja, España puede ser el escenario de la secesión del País Vasco, tras el triunfo de los abertzales en las elecciones de 2013. En este horrible proceso, la política penitenciaria y la filosofía de la Fiscalía dependerán de Gallardón, y el trabajo policial y la reacción ante posibles acciones anticonstitucionales, de Fernández. El tercer frente fundamental debería ser la reforma educativa, pero no estoy segura de que Rajoy comparta este criterio. José Ignacio Wert, el nuevo Ministro de Educación y Cultura, tiene perfil de gran negociador –y eso sería bueno de cara al muy ideologizado sector de la Enseñanza–, pero ignoro hasta qué punto va más allá de pensar en disciplina o excelencia en las aulas. Confieso que me hubiese gustado ver a Eugenio Nasarre al frente de una restauración de amplio calado. Supongo que el pragmático gallego ha pensado más bien en Wert y Ana Mato (nueva ministra de Sanidad) para lidiar las manifestaciones contra los recortes.