Víctimas del Terrorismo
Paso atrás en el 11-M
El séptimo aniversario de los atentados del 11 de marzo de 2004, el ataque terrorista más sangriento de nuestra historia, ha demostrado que la memoria colectiva en algunos sectores del país, fundamentalmente la izquierda, es tan débil como selectiva. Han bastado siete años para que la habitual conmemoración con un gran acto institucional que unía a toda la sociedad –que el año pasado se celebró en el Congreso a instancias de la Fundación de Víctimas del Terrorismo– se haya convertido en un día para la fractura con homenajes desperdigados y marcados por el desencuentro. Era una jornada para honrar el sacrificio de las 192 víctimas mortales y de los cientos de heridos y sus familias, pero ha interesado más la diferencia que la concordia. Incluso se ha percibido cierto grado de abulia, como si el aniversario del 11-M fuera un estorbo y lo conveniente fuera pasar página. ¿Cómo interpretar la ausencia de los ministros en los actos institucionales? Ramón Jáuregui intentó convencer a la opinión pública de que no acudieron porque estaba reunidos en Consejo. El silencio habría sido una respuesta más presentable. El liderazgo y el empuje del Ejecutivo en el recuerdo a las víctimas de la matanza del 11-M no han existido y esa actitud política reprobable les retrata en buena medida ante la sociedad. Puede que les incomode estar junto a las víctimas o que se rememoren las connotaciones de aquella fecha y de cómo propició un inesperado vuelco político en el país, pero eso no justifica que no cumplan con un deber moral e institucional. Como prueba de la especial sensibilidad de la izquierda, el «sindicato de la ceja» reapareció en este 11-M no para solidarizarse con los asesinados y los heridos en los trenes, sino para hacerlo con Garzón, el juez suspendido y procesado por varios delitos. Ese mismo grupo fue el que, en aquella jornada trágica de hace siete años, se alejó del sufrimiento de la gente y ayudó a manipular políticamente a un país conmocionado para conseguir el objetivo: desalojar al PP del Gobierno. Empezando por Almodóvar, que entonces habló de un golpe de Estado de los populares. El balance del séptimo aniversario de la matanza ha supuesto un paso atrás en cuanto a la obligación de mantener vivos en la memoria a todos aquellos con los que estaremos siempre en deuda. Los que han preferido restar en lugar de sumar han fallado a las víctimas y también algunas de ellas han colaborado en una jornada poco ejemplar. No es tranquilizador que siete años después la mayoría de los colectivos de víctimas del terrorismo del país cuestionen abiertamente la verdad judicial sobre el 11-M. Que un grupo serio y respetable como la AVT se plantee la reapertura del proceso porque entiende que «se tiene que investigar casi todo» de los atentados no es argumento razonable en tanto no aparezcan nuevas pruebas de calado. Tampoco se entiende que ayer fueran llamados a declarar por el juez 15 Tedax por las supuestas irregularidades en la recuperación de los restos de la matanza. Extender, sin bases sólidas, la percepción de que la sentencia fue truculenta no ayuda ni a la justicia, ni a la verdad ni a la dignidad de las víctimas.
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