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En el reino del «glam» por Lluís Fernández

La Razón
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Podría decirse que José Luis Uribarri se murió de pena. Lo llevaba haciendo desde 1969, cuando presentó «Pasaporte a Eurovisión», repleto de estrellas como Nino Bravo y Karina, y volvió en 2008 como comentarista de «Salvemos Eurovisión» y el Chikilicuatre, de infausto recuerdo, cerrando así el círculo de la vida televisiva. Eurovisión fue el festival de festivales de la Europa de los años 60 y 70. Se enviaban los mejores intérpretes de la canción popular de cada país con poca fortuna. Los italianos creían que con los ganadores de San Remo repetirían éxito, pero ni Domenico Modugno pudo con Gigliola Chinquetti y su relamida «No tengo edad», la canción preferida por los televidentes europeos de 1964. España presentó a Conchita Bautista con una canción de Augusto Algueró: «Estando contigo», luego a Raphael con «Yo soy aquel» y «Hablemos del amor», pero acabó triunfando Massiel con el «La, la, la» del Dúo Dinámico, en dura competencia con Cliff Richard. Lo volvió a conseguir Salomé al año siguiente con «Vivo cantando», y desde entonces nunca más volvimos a ganar Eurovisión. Lo cierto es que con buenas canciones y mejores intérpretes no se consiguió repetir el éxito. Peret, Julio Iglesias, Karina y Mocedades se promocionaron y triunfaron, pero ni con el conocimiento geoestratégico de José Luis Uribarri hubiéramos logrado el triunfo de nuevo. Curiosamente, Gran Bretaña, máximo exponente de la música pop en los años 60 y 70, tampoco fue muy agraciada. Ganó Sandie Shaw con «Marionetas en la cuerda», famosa por cantar descalza, y Lulú y Brotherhood of Man con canciones simples y pegadizas como «Boom Ban-A-Bang» y «Save your kisses for me», pero lo cierto es que Eurovisión siempre prefirió grupos «glam» como Abba, con petos chirriantes y plataformas imposibles, y canciones discotequeras como «Waterloo». Igual que hoy. Por algo es el único festival de la canción que ha sobrevivido a la posmodernidad y se ha adaptado a la red.

Lluís Fernández