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Dura exigencia
Herencia envenenada. Fue la frase que más utilizaba el PP antes de ganar las elecciones. Se ha cumplido con creces. Un legado dramático, con cifras de paro sin precedentes. Una Seguridad Social en números rojos. Y unas cuentas públicas con un déficit mayor del previsto. Si algo bueno tiene todo esto es que la crisis es de tal calado que permite al Gobierno adoptar medidas excepcionales. Incluso, la subida de impuestos, negada en campaña. Como algunos economistas dicen: cuanto más dura es la situación, mejor se le puede dar la vuelta. A nadie le gusta que le suban los tributos. Pero, al menos, el equipo de Rajoy está dando la cara. El estilo de la nueva portavoz, Soraya Saénz de Santamaría, coge el toro por los cuernos. El de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, se acerca a los agentes sociales. Sus dos secretarios de Estado no dudaron en comparecer ante el negro panorama. Engracia Hidalgo frente al paro. Y Tomás Burgos, una de las mejores cabezas de este equipo, ante el estado calamitoso de la Seguridad Social. Como dice el refrán, más vale una vez colorado que ciento amarillo. Las reformas hay que adoptarlas de raíz. Cabe esperar de Rajoy y su dúo económico Guindos-Montoro que, junto al hachazo al contribuyente, se perfilen medidas favorables a los pequeños y medianos empresarios, los grandes generadores de empleo. Y una reforma laboral que agilice la normativa encorsetada. Es hora de equilibrar la tijera con el estímulo. Una dura exigencia. Desde fuera y desde dentro.
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