Chile

La CIA contra Washington

La CIA contra Washington
La CIA contra Washingtonlarazon

Total look. Washington visita Ma- drid como muchas estrellas, de luto riguroso. Entiéndame. Pero él, tan simpático, tan guapo, es diferente: tiene un discurso interesante, lo que lo distancia varias yardas y media de esas luminarias de verbo apergaminado: «La primera razón por la que hice este filme es que le interesó a mi agente, pero murió antes de que me decidiera. Teníamos una relación estrecha, y acepté el papel para homenajearlo. La segunda, vi una película del director, "Dinero fácil", y me pareció interesante. Tanto como el propio Espinosa, que nació en Chile, era un niño de la calle... Y, la tercera, el guión, aunque al principio no me gustó mucho y estuvimos seis meses cambiándolo. Por eso me hice productor ejecutivo del filme, para tener algo que apuntar sobre el texto. No quiero decir que fuera malo, pero quería profundizar más en los per- sonajes y por qué hacían todo eso», suelta Washington, que sonríe y mira de vez en cuando con disimulo a una periodista embarazada. Antes de irse le pregunta el sexo del bebé.

Pero volvamos al filme: el renegado más peligroso de la CIA reaparece en Suráfrica. Un agente novato se ve obligado a prestarle su ayuda para escapar:«No tenía interés en revelar los males de esa agencia, no soy tan ingenuo... Pienso que organizaciones así siempre operan en la sombra, y que no todos sus integrantes son honorables... Sin embargo, la mayoría de nosotros quiere vivir tranquilamente, ignorar el trabajo no limpio. En la naturaleza de la Prensa se encuentra hallar esos trapos sucios», asegura clavándonos los ojos. El protagonista de «Training Day» sigue dando pistas: «Mi personaje es un sociópata, manipulador, ateo, asesino, mentiroso». Una prenda.

Los trapos sucios
Por cierto, dicen que a Espinosa le tembló hasta el ombligo el día que lo conoció. ¿Tanto lo admiran o le temen? «Sólo soy un tipo ordinario con un trabajo extraordinario». En cuanto a su aparente debilidad por la acción, responde con cara extraña: «Algunas no son de ese género. Los últimos diez años interpreté a Brutus en el teatro, financié dos filmes, y en mi nueva película, "Flight», encarno a un piloto alcohólico. O sea, muy distintas». Da igual, él insiste: «"El invitado"se trata de una obra brutal y honesta. Además, me gustan las que entretienen al público. He interpretado papeles buenos, políticos, serios, que luego no ha ido nadie a ver... sólo mis amigos». Menos mal que tiene bastantes. Y luego sorprende cuando revela su mayor deseo: «Theolonius Monk fue uno de los mejores músicos de jazz de todos los tiempos. También era un enfermo mental. Primero, dejó de tocar el piano; segundo, dejó de hablar, y tercero, se quedó en la cama hasta que murió. Me encantaría encarnarlo. Y al Rey Lear». Luego apunta otro ¿proyecto? «Arriba, en mi maleta, tengo el nuevo guión de Spike Lee, aunque aún hay que darle algunas vueltas...». Seguro que termina otra vez de productor ejecutivo.

Más tímido y menos curtido en estas lides promocionales, Reynolds asegura que «El invitado» «es una cinta de espías distinta, que los retrata sin glamour. Como Bond, por ejemplo. Encarno a un idealista que no le gusta lo que hace, ya que posee valores, una moral, aunque la suya es una existencia repleta de mentiras». Y también tiene elogios para Espinosa, «un gran estudiante de cine y de la condición humana. He rodado ya dos películas con extranjeros (el otro es el español Rodrigo Cortés, autor de «Buried», ver apoyo) y, curiosamente, ambas tratan la forma en que América actúa en el exterior. Lo que me resulta refrescante, porque lo hacen sin matiz patriótico». Para prepararse la piel de este joven «hablé con agentes ya jubilados sobre la soledad, la tristeza de llevar vidas paralelas... El sentimiento de culpa es grande. Claro, la CIA no quiso saber de la película porque niegan la realidad y no salen bien parados». No, para nada.