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España es nuestra razón
El gran proyecto de renovación de España, de cambio de una situación que nos conducía inexorablemente a una decadencia, es la meta que los españoles elegimos en las urnas el 20-N, y el gran mandato que tiene encomendado el Gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy. La gravedad de la crisis económica, ampliada por la ineficacia socialista, nos ha conducido a una difícil posición en la que la lucha contra el déficit y la necesidad imperiosa de implantar ajustes son hoy tarea preferente del Ejecutivo. Pero el proyecto de España abarca mucho más que la solución a los problemas puntuales de la economía, y los últimos años han demostrado que el cambio, profundo y regenerador, debe ser una obra colectiva de todos los ciudadanos y no sólo responsabilidad del Gobierno. Y, por eso, LA RAZÓN abre hoy un debate con el lema «España es nuestra razón» con análisis e informes en nuestras páginas y en la edición en internet, que tendrán continuidad en semanas sucesivas. La casa de nuestro periódico albergará además foros sobre las reformas necesarias a los que serán invitadas personalidades de la política, la economía, la cultura y de otros sectores de la sociedad, que expondrán sus ideas sobre cómo debe abordarse la gran reforma de España.
Después de más de 30 años de democracia se han abierto heridas y consolidado errores que exigen una seria corrección. Hay razones de sobra para reconsiderar el Estado autonómico y el papel de las comunidades, lo que cuestan realmente y lo que deben suponer como articuladoras del Estado y como impulsoras de la marca España. Como también la necesidad de ejecutar una gran reforma capaz de acabar con la corrupción en la clase política y, en lugar de resignarnos ante ella como mal inevitable, regenerar los partidos y sus prácticas para confiar de nuevo en quienes tienen el mandato democrático obtenido de las urnas para administrar nuestros impuestos. Es además imperioso que las reformas que este Gobierno está obligado a acometer puedan resolver los grandes problemas que arrastramos desde hace décadas en la Educación y la Justicia. Sin contar que hay más de cinco millones de razones, cinco millones de dramas familiares en el desempleo, para exigir una reforma de nuestro mercado de trabajo. Por eso, las grandes reformas deben también orientarse a nuestra acción en el exterior y a fortalecer la marca España como imagen de confianza. Es cierto que la situación económica de España es hoy muy complicada, pero no estamos ante un desastre sin solución. Y habrá que agradecer a la crisis la oportunidad que ha supuesto, al caer de los ojos las vendas de una prosperidad sin base real, que hoy sean más evidentes los grandes retos a los que nos enfrentamos y la urgencia de acometerlos como nación.
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