París
Rafa vuelve a ser Nadal
Durante la primera semana de Roland Garros, Rafa se miraba en el espejo y no reconocía a Nadal. Esas malas sensaciones, que se concretaron en el sufrimiento que experimentó en las dos primeras rondas, han pasado a la historia.
Aseguró que empezaba a ver el tenis como un «trabajo», que no se divertía. Hasta que ha olido la posibilidad de lograr su sexto título en París, de alcanzar a Borg, de reafirmarse como lo que es, el mejor jugador de la historia sobre la tierra batida. En cuartos, Rafa se reencontró con Nadal. En semifinales, para desgracia de Murray, que se pasará otro «Grand Slam» más sin ganar su primer «grande», el pentacampeón de París demostró que está muy vivo, que su candidatura es tan firme como de costumbre. Enfrente estará un viejo conocido, Roger Federer. El suizo acabó con Djokovic en un partido enorme. El gran clásico del tenis de este siglo vivirá en París su cuarto capítulo con el título en juego.
Las dudas, la ansiedad, los temores... Términos que nunca se vinculaban a Nadal habían tomado su tenis, pero ya forman parte del pasado. Los virus han desaparecido. De la forma en que celebró la victoria ante el escocés, de sus declaraciones, del modo tan sólido con que se impuso... De todo se deriva que la crisis es historia. «Ya no siento la ansiedad que tuve en los ‘‘tie-breaks'' de la primera ronda. He jugado con normalidad, con intensidad, pensando sólo en el punto, no en otras cosas más allá», afirmó antes de abandonar la central y llevarse una ovación de un público que le aprecia con reparos. Después se reafirmó en sus sensaciones que han ido cambiando a medida que avanzaba el torneo: «Las dudas son parte de la vida y por tanto del deporte.
Todos las tenemos, pero si me comparo ahora con hace una semana es totalmente diferente». Y para ese crecimiento, el partido ante Murray es la guinda: «Ha sido un partido muy bueno técnica y mentalmente. Me ha venido muy bien». Y es que Nadal ganó siendo fiel a sí mismo. Su tenis no fue excelente, pero ofreció síntomas que hacen pensar en la recuperación definitiva. Arrancó sin miramientos (5-1), superó una pequeña crisis en el primer set, pero supo ser firme en todos los momentos importantes del partido. Sin excepción. Cuando no se podía fallar, Nadal no lo hizo. Murray lo intentó con dejadas, trató de romper el ritmo, buscó jugar con el viento, pero no encontró el modo de desestabilizarle. El escocés dispuso de 18 puntos de «break», pero sólo concretó tres.
«No acostumbro a engañar y no estaba jugando bien. Ahora juego para ganar», comentó Nadal satisfecho después de todas las trabas con las que se ha encontrado. En el día de su 25 cumpleaños, Rafa ha vuelto por donde solía. Sólo en 2009, los problemas físicos y Soderling le apartaron de una final a la que no falta desde 2005. «Las emociones son las de siempre, controladas, feliz por estar en la final y muy satisfecho», comentó. Ahora le espera Federer, el último obstáculo para su sexta corona en París.
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