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Crítica de cine

«Ted»: Muñeco diabólico

Director: Seth MacFarlane. Guión: S. MacFarlane, Al. Sulkin y W. Wild. Intérpretes: Mark Wahlberg, Mila Kunis, Seth MacFarlane, Giovanni Ribisi. Italia/EE UU 2012. Duración: 106 minutos. Comedia

Lo mejor: la obsesión del personaje de Wahlberg por «Flash Gordon», que finalmente puede satisfacer lo peor: la subtrama del secuestro retrasa un final que intuimos desde el minuto diez
Lo mejor: la obsesión del personaje de Wahlberg por «Flash Gordon», que finalmente puede satisfacer lo peor: la subtrama del secuestro retrasa un final que intuimos desde el minuto diezlarazon

Si la intención de Seth McFarlane en «Padre de familia» era dibujar una parodia grosera de «Los Simpson» que pudiera gustar tanto a los admiradores de la serie de Matt Groening como a los fans de «South Park», en «Ted» parece hacer lo mismo con la «bromantic comedy»: cumple con los cánones establecidos por la marca Judd Apatow pero es lo suficientemente bizarra como para llamar la atención de los que aún practican onanismo con «Flash Gordon». La nostalgia de los ochenta y la revisión gamberra de los tópicos de las producciones Amblin la emparentan con la muy similar «Paul», en la que un extraterrestre bastante deslenguado recarga las baterías de dos comiqueros británicos.

Pongan al alien en el lugar de un oso de peluche y tendrán su película, iluminada por un conflicto dramático –la inmadurez de una generación que sustituyó su vida social por la adicción a la cultura basura– que podría haber dado mucho de sí. McFarlane está más interesado en explotar el chocante pero exiguo efecto cómico de ver y oír a un oso de peluche colocándose de maría y soltando tacos a todo aquel que se le pone a tiro que en examinar de cerca las minusvalías emocionales que es capaz de arrastrar esa generación. Es una película con aciertos: la premisa resulta ciertamente ingeniosa, y las escenas de la fiesta con Sam J. Jones como invitado de honor y de la pelea en la habitación de hotel son memorables. Pero al final acaba siendo bastante más convencional de lo que le gustaría admitir.