Japón
La mirada de Dios
Menéndez Salmón reflexiona sobre la ética de las imágenes en «Medusa»«Medusa»Ricardo Menéndez Salmón Seix barral153 páginas 17,50 euros.
Bajo el manto que proporcionan las coordenadas narrativas, Ricardo Menéndez Salmón ha desarrollado una novelística de preguntas. Una literatura personal, de raigambre centroeuropea, más preocupada por la búsqueda que por el hallazgo, que se interroga por algunas cuestiones que la historia ha dejado pendientes. En una sociedad eminentemente audiovisual, como es la nuestra, el autor aborda en «Medusa» la responsabilidad ética de la mirada a través de tres artes principales –el cine, la fotografía y la pintura– y la biografía de un personaje, Prohaska, que se convierte en un testigo excepcional de los principales horrores del siglo XX, desde la Alemania nazi y los campos de exterminio hasta el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón y sus imprevistas, o sí previstas, secuelas en la población civil.
Con esta biografía ficticia, donde regresa al tema del mal –que ya ha trabajado con anterioridad–, el escritor plantea una difícil disyun-tiva: ¿el hombre –en este caso un artista– debe intervenir ante el dolor que presencia o su obligación es mantenerse al margen de lo que sucede para dar testimonio? ¿Se puede compadecer –mejor dicho, perdonar o justificar– a una persona que ha vivido lo que Joseph Conrad denominó el horror sin intentar evitarlo en ningún momento? ¿Se puede eximir de la culpa de omisión a una persona por la excelencia de su obra? Prohaska representa justamente eso. Él, impávido, con el lápiz, el objetivo de una cámara de fotografía o de cine, asistirá al asesinato industrial y sistemático de millones de inocentes sin hacer nada: salvo registrar lo que ve, que a lo mejor ya es bastante. El resultado: imágenes documentales imprescindibles para la comprensión de los hechos que han sucedido y un legado de obras maestras que honran la memoria humana, pero que traen en su seno cuestiones complicadas de responder.
Reflexión y entretenimiento
Menéndez Salmón, con una prosa minuciosa, de frases exactas, depuradas de excesos –da la impresión de que medita cada una de las palabras que usa en el texto–, ha escrito una obra honda, poderosa, breve pero intensa, que nos sumerge con lentitud en la reflexión, pero sin renunciar al entretenimiento para que los lectores intentemos entender, junto a él, a este espíritu errático, sin rostro preciso, pero que al final del libro, encontrará una mirada que deja de piedra.
Sobre el autor: Es uno de los principales escritores de su generación. Un narrador con obras imprescindibles como «La ofensa», «Derrumbe» o «La luz es más antigua que el amor»
Ideal para... los lectores a los que les interese el arte, los sucesos del siglo XX y la responsabilidad que los hombres tienen en lo que viven
Un defecto: A uno le gustaría leer un poco más de este personaje de márgenes complejos
Una virtud: Una prosa sincera y directa, sin retóricas
Puntuación: 8
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