Ceuta
Rabat prende otra vez la mecha al vetar a Rajoy en Melilla
El líder del PP cumplirá hoy una agenda institucional, de la que había excluido ver a los policías o ir a la frontera.
Como se temían en el Gobierno y barrutaban en el PP, Rabat mueve ficha y convierte el viaje a Melilla del presidente popular, Mariano Rajoy, casi en un asunto de Estado. No porque sea una novedad que el régimen alauí critique con visceralidad los desplazamientos de las autoridades españolas a una parte del territorio español, sino porque la lupa está encima del Gobierno de Rodríguez Zapatero, a quien se le va a medir el grado de apoyo que ofrece al jefe de la oposición frente a las últimas bravuconadas de Marruecos.
Esta vez el régimen alauí ha echado leña al fuego que calienta las relaciones diplomáticas con España con una carta remitida a Rajoy, y difundida por la agencia oficial MAP, en la que el primer ministro, Abás el Fasi, en su calidad de líder del partido Istiqlal, califica de «provocación» y de «atentado manifiesto contra la dignidad y el sentimiento nacional» de los marroquíes que hoy pise el suelo melillense. Génova fue avisada del «torpedo» que iba a lanzar el Istiqlal quizás por aquello de que en teoría, hasta ahora, se han considerado partidos hermanos: de hecho, el PP promovió su entrada en la Internacional Demócrata de Centro (IDC).
Dentro de su discurso nacionalista-reivindicativo de siempre, Rabat también sostiene en su comunicado que la visita empaña el «clima cordial» que prevalece entre los dos países y reitera su llamamiento a un «diálogo sereno y responsable en vistas de poner fin a la ocupación de las ciudades de Ceuta y Melilla y de las islas vecinas».
El PP respondió confirmando la agenda inicialmente programada, y de la que deliberadamente ya antes de que Marruecos moviera ficha había excluido las actividades que más le podrían haber molestado. La visita de Rajoy tiene un marcado carácter institucional y de partido, se celebra un día antes de la jornada grande en la que se conmemora el 513 aniversario de la españolidad de Ceuta y Melilla y, por supuesto, no incluye ninguna reunión con policías españoles ni una visita a la frontera –dos claves de la polémica de este verano–.
«Sin silencios cómplices»
Ayer no hubo comentario oficial del PP, pero sí oficioso. Por un lado, exigencia al Ejecutivo de que defienda sin silencios cómplices la visita. Por otro, el recordatorio –al que hoy pondrá voz Rajoy– de que Melilla es territorio español y forma parte de la política nacional y no de las relaciones diplomáticas con Rabat.
Desde el Gobierno de Zapatero la reacción fue bastante tibia. Fuentes del Ministerio de Exteriores declararon a este periódico que «esperamos que la visita se realice en línea con las relaciones de buen vecindad que mantenemos con Marruecos», aunque señalaron que «Rajoy es libre de viajar a cualquier ciudad española que le parezca oportuno». La visita del líder del PP, y la exagerada reacción de Rabat, han colocado al Ejecutivo en una posición difícil. El pasado curso fue uno de los más complicados en el pasado reciente de las relaciones bilaterales con el Reino alauí y esto no ayuda.
Fuentes diplomáticas aseguran que «Marruecos siempre se queja de las visitas a Melilla, vaya quien vaya, pero con esta reacción están dando a Rajoy una gran importancia porque creen que puede ser el futuro presidente del Gobierno». El régimen de Mohamed VI, que no da puntada sin hilo, «suele hacer este tipo de movimientos cuando cree que se acerca un cambio político en España». Por su lado, el líder del PP también estaría marcando terreno por si en unos meses tiene que sentarse a negociar asuntos de más envergadura. Si Rajoy acaba en La Moncloa, la visita a Melilla, primera plaza que visita el ganador, ya la tendría hecha y Marruecos se encargaría de recordarle «que le debe una».
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