Crítica
«Lulú»: Olivier Py monta su circo
De Berg. Reparto: Patricia Petibon, Julia Joun, Ashley Holland, Will Hartmann, Silvia de la Muela, Robert Wörle... Director musical: Michael Boder. Director de escena: Olivier Py. Gran Teatro del Liceo. Barcelona 3-XI-2010.
El debut de la soprano francesa Patricia Petibon ha sido todo un éxito entre los más aguerridos y algo escasos aficionados a la ópera del siglo XX que acudieron a la primera de las cinco funciones de «Lulú» que protagonizará en el Liceo. La crudeza del enrevesado y un tanto patético libreto del propio compositor, basado en dos tragedias de Frank Wedekind, «El espíritu de la tierra» y «La caja de Pandora», ha servido para que el director de escena Olivier Py –que debutaba también en el teatro– presente una puesta en escena muy trabajada y llena de extras que se pasan la mayor parte de la ópera fornicando y realizando felaciones y tocamientos por los rincones de un boulevard repleto de negocios relacionados con el sexo que ocupa todo el escenario. La escenografía de Pierre-André Weitz juega con un destacado movimiento de los edificios, que rotan a lo ancho del escenario con gran efecto y posibilidades en los cambios de escena. Todo ello con una estética moderna repleta de neones y un colorido vestuario pero a la vez rellena de extras, mobiliario y una gran cantidad de objetos que mueve constantemente un grupo de tramoyistas.
En una dirección de escena bastante abigarrada que mantiene en todo momento una continuidad con el prólogo de la obra, ya que presenta un verdadero circo humano entorno a Lulú, su «padre» aparece siempre como un payaso, el atleta como un gorila y finalmente Jack el Destripador disfrazado de Papá Noel.
Patricia Petibon ofrece una labor actoral extraordinaria gracias a un aspecto físico juvenil, sensual y provocativo, incluido un ficticio desnudo integral en varias escenas, y un alarde de posiciones en sus relaciones sexuales con sus múltiples maridos y amantes, mientras que en el aspecto vocal mantiene un gran nivel a lo largo de la extensa y compleja partitura, con unos destacados sobreagudos, aunque en alguna ocasión un tanto artificiales y excesivamente estentóreos. La Condesa de la mezzo, Julia Joun, fue todo un acierto al igual que el Dr. Schön y Jack el Destripador de Ashley Holland, el Schigolch de Franz Grundheber y el Alwa de Paul Groves. El resto del reparto cumplió con algunos altibajos como el Pintor de Will Hartmann. Correcta la labor de Michael Boder y la Sinfónica del Liceu en una partitura tan compleja. Una producción que se perdió en lo anecdótico –incluido un vídeo pornográfico de ínfimo nivel por el que se recomendaba la no asistencia a menores y que había generado polémica– recibida, menguante tras cada descanso, con bastante frialdad, a pesar de algunos grupos que gritaron bravos y otros que abuchearon al director de escena.
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