Murcia
Guillermo Carnero por Idoia Arbillaga
Desde su aparición en la celebérrima antología de Castellet, Nueve novísimos poetas españoles (1970), Carnero ha sabido avanzar desde su impecable y más férreo Culturalismo inicial hacia un estilo depurado, en donde confluyen los referentes culturales y artísticos con la mención directa, con la metáfora más abierta y lúcida, con una deslumbrante capacidad de renovar las grandes verdades de la vida. Al igual que otros grandes poetas, Carnero no ha publicado más libros que los dictados por su más alta conciencia como poeta, reservándose fruslerías innecesarias que sí han ensombrecido otras trayectorias de autores, que, a fuerza de publicar docenas de libros, terminan ofreciendo textos irregulares o escasamente valiosos. Al margen de sus antologías y obras completas, desde 1967 ha publicado 9 libros formalmente rigurosos, de madurez rotunda e imbuidos de una lucidez visionaria. Como de los primeros poemarios del autor mucho se ha escrito ya, recordaré su tetralogía última acerca del amor en tanto que procedimiento de adquisición de la identidad, y con la apelación a la muerte como fondo argumentativo constante. Estos libros son Verano inglés, Espejo de gran niebla, Fuente de Médicis –Premio «Loewe»-, y el particularmente deslumbrante Cuatro noches romanas. Su último poemario, que bien pudiera ser el cierre impecable a un corpus poético elaborado con exquisitez retórica, impecabilidad formal y una lucidez que sitúa a su autor entre los más representativos de las últimas décadas. Su obra le ha valido la adquisición del Premio Nacional de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura, 2000; el de la Crítica Valenciana, 2000 y 2003; y el Fastenrath de la Real Academia Española 2002.
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