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Ejemplaridad por José Antonio VERA
El jefe de la Casa del Rey utilizó ayer una palabra clave para indicar cómo ha de ser el comportamiento de los miembros de la Familia Real: «Ejemplar». Está claro que no hay nadie perfecto ni tan siquiera ninguna institución lo es. Pero es evidente que las personas que nos representan deben someterse al principio de «ejemplaridad». Por supuesto que a Iñaki Urdangarín le asiste el derecho a la presunción de inocencia. Es verdad que se tiene que defender de acusaciones publicadas aún no formalizadas en un proceso judicial. Es algo que la Justicia debe aclarar cuanto antes, aunque el nivel de información que circula es más que suficiente como para apartarle temporalmente de sus actividades oficiales, tal y como se comunicó ayer.
Una cosa es eso y otra diferente que el Rey deba quitar ya el título de duque al marido de la Infanta Cristina, según piden algunos. Los hechos publicados son más que sospechosos y exigen aclaraciones cuanto antes. Pero no se debe condenar a nadie sin haberle dado la oportunidad de demostrar que no es culpable. Lo ocurrido, en cualquier caso, debe llevar a una reflexión profunda sobre el tipo de actividades profesionales que desempeñan los miembros de la Familia Real. No se puede exigir a las Infantas y a sus cónyuges que renuncien a una actividad laboral, porque eso sería injusto. Las Infantas no perciben sueldo de la Casa del Rey sino asignaciones puntuales por su participación en actos concretos. Tienen derecho a trabajar, pero es evidente que no es lo mismo una actividad docente, universitaria, de investigación o sanitaria que otra vinculada al mundo del negocio. Eso debería quedar perfectamente regulado para evitar que una situación parecida se vuelva a repetir.
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