Medidas económicas

Fin de las reformas

La Razón
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Parece que la súbita transformación del Gobierno de España en uno reformista ha tocado a su fin. El pasado miércoles el presidente Zapatero remodelaba su Gobierno, y creo lanzaba un doble mensaje. El Gobierno da por perdida la economía y centra su eje de acción política en la destrucción de la oposición.

Previo al cambio de ministros, el Gobierno había llegado a un acuerdo con PNV y CC para el resto de la legislatura, que le permitía también aprobar los Presupuestos de 2011. Éstos son duros por obligación. En la primavera de este año el mercado nos avisaba: o recortábamos el déficit o no nos lo financiaba, y el Gobierno ha tenido que recortar el gasto corriente y, sobre todo, la inversión.

El impacto sobre el crecimiento es inevitable y a partir de ahí el Gobierno tenía dos opciones, profundizar en las reformas y preparar a España para una eventual salida de la crisis o, como ha hecho, convertir a España en un campo de batalla político.

Por un lado, el presidente cierra la agenda de reformas con el nombramiento del nuevo ministro de Trabajo, sindicalista que hace pocos días se manifestaba contra la reforma laboral en el día de la huelga general, y, por otro, el presidente otorga todo el poder político al nuevo vicepresidente Rubalcaba.

Este último nombramiento no parece diseñado para que el nuevo vicepresidente lidere a España en la salida de la crisis, parece más bien destinado a cerrar heridas internas y a convertir lo que queda de legislatura en un buen lío político. Me temo que a España le queda por delante un año y medio de larga agonía.