Murcia
OPINIÓN: Mouriño
Si un aparente perturbado con aparentes signos paranoicos como Mouriño dirige los destinos del Real Madrid, es que ya cualquiera puede dirigir cualquier cosa. Que el club futbolero más importante del siglo XX (y que aspira a seguir siéndolo) se deje guiar por un visionario de la racanería y la miseria estratégica es que la crisis ha alcanzado su clímax, y no sólo por los cinco millones de parados que se mueven (valga la paradoja) por España.
Es cierto que la expulsión de Pepe fue exagerada, que Alves se ha pasado la serie de clásicos dando patadas sin que apenas le saquen una tarjeta, pero la verdad es que no se puede salir al Santiago Bernabéu, repetidamente, a jugar como si se fuese un equipo de Primera Regional, con esa concepción miserable y acomplejada del juego. Para eso preferimos el 5-0. Nunca plantilla tan impresionante, tan de violinistas virtuosos había salido al campo con la encomienda de hacer peonadas. Al Madrid le expulsan jugadores porque la propia actitud anunciada del portugués ya pone prejuiciosamente en aviso a los árbitros, que esperan lo peor. La genialidad de Messi en el segundo gol fue posible porque nadie quiso entrarle con contundencia para no ser también expulsado.
Y todo lo dicho hasta aquí lo mantendré incluso si el próximo miércoles se produjese un milagro, algo poco probable, que ya ha pasado la Semana Santa. Ese milagro sólo podría producirse si los jugadores prescinden de este señor «atormentado» y salen a jugar como saben, pues así no son inferiores a los del Barça. El problema de Mouriño no es el estilo (el contraataque puede ser una forma bella y eficaz) sino su negación del fútbol. Su miserable concepción de la vida y del juego.
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