España
Cuadrar las cuentas
El Gobierno afronta a partir de hoy una semana decisiva para ultimar las cuentas públicas del próximo año, que deberán ser aprobadas este jueves en un Consejo de Ministros extraordinario. No serán unos Presupuestos «amables», sino de más reajustes y esfuerzos tributarios con el objetivo de reducir el déficit del 6,3% al 4,5% y de hacer frente a los intereses desbocados de la deuda soberana. En total, habrá que enjugar una crifra próxima a los 40.000 millones mediante el recorte en el gasto y el incremento de los ingresos. Es decir, se trata de unas cuentas que exigirán nuevos sacrificios, pero de su consistencia y credibilidad dependerá que España recupere la confianza de los inversores y el apoyo de los socios europeos, condiciones indispensables para impulsar la economía y volver a la senda del crecimiento. Aunque es muy probable que no haya un solo ministerio que no sufra los rigores de la tijera, habrá partidas que no se toquen, como la de las pensiones, según anunció días atrás el propio presidente Rajoy. Quiere decirse que el peso del ajuste recaerá sobre las inversiones en obra pública y sobre el personal de las administraciones, especialmente los interinos. También mermará el capítulo de las subvenciones y de las prestaciones sociales que costean las mutuas. En la parte de los ingresos, ya se ha adelantado que se incrementará la tributación de las plusvalías en la compraventa de viviendas y en las operaciones bursátiles en el mismo ejercicio. A eso se suma la prórroga del Impuesto del Patrimonio y la creación de una tasa «verde» que afectará a las compañías eléctricas. El esfuerzo será ingente y, aun así, no está asegurado que sea suficiente para cuadrar los números, pues dependerá de que los ingresos por la subida del IVA y por la evolución de la actividad económica mantengan el tipo y no se vengan abajo a causa de la recesión. Pero también dependerá de que las comunidades autónomas se sumen a la tarea y cumplan con su objetivo de déficit, que será del 0,7%. Del mismo modo que el Gobierno de Rajoy se arriesga a la impopularidad por actuar con responsabilidad, sentido de Estado y sin cálculos partidistas, los gobernantes autonómicos deben asumir su parte del sacrificio sin resistencias demagógicas ni excusas populistas. También les obligan las reformas estructurales ya aprobadas y las nuevas que se anunciarán esta misma semana. España no tiene otra salida que eliminar paulatinamente su enorme déficit y profundizar en las reformas porque si no lo hace los mercados le cerrarán sus puertas y la UE no podrá ayudar financieramente. No se sabe aún si el Gobierno pedirá o no una segunda línea de crédito al BCE, pero una cosa está clara: es preferible que seaEspaña la que decida de dónde y cuánto hay que recortar, a que sean los «hombres de negro» los que tomen las riendas.
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