Boxeo
El negocio del miedo
El miedo es la mejor herramienta de control. Acierta Sánchez Carretero cuando dice que si la crisis actual se desligara del miedo, ganaríamos en libertad de acción. En capacidad para hacerle frente. Pero no. Llevamos el miedo pegado al cuerpo. Una presión emocional que nos limita, también, a la hora de exigir responsabilidades a quienes han propiciado la avaricia salvaje de un puñado de malhechores y bribones. Al enriquecimiento desde el poder. Entre especuladores, banqueros y políticos anda el juego. Muchos españoles tienen miedo. Viven atemorizados por lo que pasa o pueda pasar. Un miedo que facilita la impunidad con la que se ejecutan gravísimos atropellos sociales y desmontando el Estado del Bienestar. El miedo paraliza al personal. Evita actos de ciudadanía responsable. Acalla la queja de los más vapuleados. Aquí ya vale todo, con tal de que no sea el bienestar general el que marque nuestros modos de vida, modelo de crecimiento, consumos y políticas, al servicio de unos pocos. En plena crisis sigue habiendo quienes especulan a costa de la estabilidad de los estados y del empobrecimiento de los pueblos. Los profetas de catástrofes, dedicados a alimentar a diario la industria del miedo, se ocupan de facilitar las cosas. De eso se sirven para amasar fortuna a base de especular con la ruina de los demás. Cuando hay miedo –y ahora lo hay a calderadas–, la gente se lo piensa dos veces antes de poner los puntos sobre las íes a tanta bellaquería.
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