Francia
Juanfran un error perdonable
Chivo expiatorio; por María José Navarro
A Juanfran le han puesto como un trapo por un error (de los gordos) en el partido contra Francia. El error, segundo de una cadena y posiblemente el más garrafal de todos, terminó para colmo en gol y empate. Una ya esperaba la reacción de esta afición malacostumbrada que acude a los partidos del fútbol enfadadísima a pesar del traje de torero. Porque la afición, que parece que ya no disfruta, empieza silbando el himno rival demostrando su mala educación e ignorancia y convierte los partidos en algo sorprendente: la búsqueda de víctimas (cada uno, preferentemente entre los jugadores del equipo rival) en un juicio masivo alentado por los medios en el que, como todos sabemos, se magnifican errores o se pasan por alto defectos según colores.Esta vez ha sido Juanfran, responsable de un grave error, y la afición, vestida de flamenca, ha emitido su solemne veredicto sin derecho a recurso desde la seguridad del que lo sabe todo: Juanfran es un petardo y no merece volver a jugar con la Selección. Una no sabe cuántos de estos jueces infalibles han visto jugar a Juanfran asiduamente, pero por la firmeza de la convicción diría que todos y cada uno, aunque lo dude. Y, créanme, no es pasión rojiblanca esta vez. A Juanfran no se le ha regalado nada en el Vicente Calderón y se ha ganado él solito y a pulso el cariño y la admiración desde su rocambolesco debut en el Bernabéu a las órdenes del desconcertante Quique Flores. De extremo de bien ha pasado a lateral de notable alto gracias a tesón y honradez y eso merece, como mínimo, el respeto que ahora se le niega.
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