Salamanca

Esfuerzo con un corridón

Tercera de feria. Se lidiaron toros de Adelaida Rodríguez, bien presentados, pero de poco juego a excepción del 1º. Casi media entrada. - El Fundi, de verde y oro, estocada (oreja); pinchazo, estocada (silencio). - Javier Valverde, de grosella y oro, estocada que hace guardia, descabello (saludos); estocada baja (oreja protestada).- Sergio Aguilar, de azul y oro, estocada (saludos); estocada (palmas)

Esfuerzo con un corridón
Esfuerzo con un corridónlarazon

El toro que cerraba la corrida de ayer bien podría haber salido en Madrid, Bilbao o la mismísima Pamplona. Qué barbaridad. Lo más curioso es que estábamos en Salamanca y esta tarde se lidiarán los nietos de los toros que ayer pisaron el ruedo de La Glorieta y eso dista mucho de la justicia del toreo. Los tres últimos toros eran cinqueños, con pitones para quitar el hipo y comportamiento de animal que está de vuelta. Los de Adelaida Rodríguez se esforzaron más en defenderse que en entregarse, sólo se salvó, ese sí, el primero de la tarde. El resto fueron un trago. Un trago amargo y para amargar la existencia a más de uno. Sergio Aguilar casi estrenaba reaparición después de la brutal cornada de Bilbao en la garganta. Y hizo un esfuerzo con una facilidad tremenda. Como para preguntarse si en realidad le cuesta. La broma que tenía delante era para relatarla aparte: un pedazo toro, con dos pitones inmensos, por suerte poca fuerza pero las pocas ideas que tenía eran para defenderse sin clase ninguna. No renunció Aguilar a buscarle las vueltas y más derecho que una vela le dio el pecho y le plantó la muleta como si estuviera toreando a un bendito. Ese mérito que no trasciende pero queda en la trastienda de los profesionales. Ya había hecho lo mismo con el descastado tercero.

A Javier Valverde se le protestó la oreja del quinto. Le afeó mucho que se le cayera la espada, pero en el último toro que lidió ante sus paisanos en la temporada de despedida estuvo muy digno. Pudo habérselo quitado del medio, el toro lo merecía, pero dio la cara. Y lo hizo con seriedad, sin artimañas baratas. Tragando y haciendo al animal pasar poco a poco. No descolgó nunca jamás el de Adelaida y siempre iba metido por dentro. El esfuerzo ahí había quedado. Menos le exigió el segundo que iba y venía sin más y se le vio decoroso.

El Fundi no perdió el tiempo con el cuarto, que era un prenda, pero se llevó el único toro que de verdad tuvo claridad en el viaje. Abrió plaza. Comenzaba el festejo. Tuvo profundidad el animal por el pitón zurdo, aunque se sintió más a gusto el torero por el derecho. La rotundidad que le faltó a la faena la encontró en un volapié en el que se echó encima del morillo. Y paseó el trofeo.
Ahora, el corridón que se habían echado en lo alto, llevaba el hierro de plaza de primera. Qué barbaridad. Ese sexto toro, cómo era...