Literatura

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Merino en el río de la vida

Cuaja una obra sobresaliente protagonizada por los recuerdos«El río del edén»José María MerinoAlfaguara304 págs., 18 euros(e-book, 9,99)

Merino, en el río de la vida
Merino, en el río de la vidalarazon

Cuando en un ya lejano 1976 se publicaba «Novela de Andrés Choz» irrumpía en nuestra narrativa de carácter realista un escritor que llevaba este estilo hasta los límites de la imaginación ensoñada, la ambientación mágica y el protagonismo de lo mítico. José María Merino (La Coruña, 1941) ha ido consolidando a partir de aquí –recordemos tan sólo títulos como «La orilla oscura», la trilogía «Las crónicas mestizas», «El lugar sin culpa» o, recientemente, «El libro de las horas contadas»– un universo literario de significaciones alegóricas y trazos simbólicos insertos en la cotidianeidad de unos personajes cercanos y sensibles, aunque también algo inquietantes y atormentados. «El río del Edén» nos sitúa ante el campestre recorrido que realizan un padre, Daniel, y su hijo con síndrome de Down, Silvio, con el fin de esparcir en las aguas de un río las cenizas de la recientemente fallecida esposa y madre. Un fatal accidente de circulación les ha dejado sin Tere, sin expectativas de futuro y apenas con un presente en el que sobrellevar la carga del recuerdo y la aflicción. En este viaje catártico ambos reconstruyen lo que fueron los primeros amores entre Silvio y Tere a orillas de ese ya simbólico río del Edén.

Examen de conciencia

Vuelven las vivencias de la ilusionada juventud, el recuerdo de un idílico pasado y la evidencia de una perdida esperanza en el porvenir. Pero también ambos, padre e hijo, irán aprendiendo el uno del otro, en este iniciático periplo, la fuerza de la voluntad superadora, el impacto vital del amor y la utilidad emocional del examen de conciencia realizado.

Destacan en esta historia los personajes femeninos, que representan para el protagonista variadas opciones sentimentales: desde el simple escarceo sexual a la posibilidad de una asentada convivencia. Resulta enternecedor el diálogo que Silvio mantiene con la urna funeraria de la madre, porque ofrece una mirada inocente sobre las duras realidades de los adultos, en especial sobre sus miedos. Acostumbraba a señalar Delibes que la sensación más viva y persistente del ser humano es el miedo. En esta excelente novela sólo los entornos naturales y la tranquila memoria conjuran ese temor.