País Vasco
Cuestión de formas por Ely del VALLE
Tras una meditación intensa sobre el comunicado de ETA, Urkullu ha llegado a la conclusión de que si los del capirote y la boina se permiten exigir a los Gobiernos de España y Francia que hagan horas extra meditando sobre «cómo superar las consecuencias del conflicto», con más razón podrá exigir todo un presidente del PNV unas cuantas menudencias al Gobierno Vasco tales como su disolución y la convocatoria de elecciones anticipadas. La lectura que le ha dado al comunicado de ETA ha sido el de una invitación a la barra libre y por eso no ha esperado ni una semana para sacarse la lista del bolsillo y recitársela a Patxi López. La primera, atribuirse el copyright de la independencia, la autodeterminación, la soberanía y la territorialidad del País Vasco. La segunda, pedir la derogación de la Ley de Partidos, porque tampoco es plan que nos vayamos a quedar ahora cortos en aforo electoral; y la tercera, apelar a una flexibilización de la política penitenciaria que ya se sabe que, tal y como está ahora, provoca una incómoda sensación de falta de libertad. No ha pedido las escrituras de propiedad del País Vasco de milagro.
Urkullu ha vuelto a demostrar su velocidad para desenfundar aspiraciones hiperbólicas, como corresponde al líder de un partido cuya esencia reside en pedir lo que no se le puede dar para justificar su existencia. Hasta ahí, lo normal. Lo que chirría es que siga empeñado en utilizar un lenguaje de monarca absolutista, exigiendo, cuando lo que tendría que hacer es limitarse a proponer. Urkullu es muy libre de aspirar a que el Ebro pase por Elanchove, pero a estas alturas debería saber que las exigencias en democracia tienen muy poco recorrido. Creo que eso se estudia en primero de lendakari.
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