Brasil

Las del pulpo por Julián REDONDO

La Razón
La RazónLa Razón

Holanda, con más muescas en el casillero de las tarjetas que la culata de Billy El Niño, esperó a España con el revólver desenfundado. Frente al fútbol creativo del rival decidió utilizar toda la munición a su alcance. Zancadillas, patadas por la espalda y hasta en el pecho; recursos zafios y groseros que Howard Webb consintió sin rubor alguno. La final duró más de 90 minutos porque el árbitro, de cuya autoridad dudó su señora esposa –«me extraña que le hayan elegido para la final; en casa es incapaz de poner orden entre los niños–» fue un tulipán. En casa, señora Webb, usted lleva los pantalones; lástima que no arbitrara también en Johannesburgo aquel 11 de julio de 2010. Sin embargo, en el minuto 116 imperó la justicia y el gol de Iniesta decretó el campeón. Los holandeses agacharon la cabeza y puede que aún hoy, un año después, alguno de ellos, Van Bommel, De Jong o Heitinga, todavía se avergüencen de su lamentable actuación. Webb, no; estaba encantado de haberse conocido, el muy tonto. Al equipo de Vicente del Bosque «le dieron las del pulpo» y Howard se inhibió; tendría que haber sido destinado al acuario de Paul, dentro, junto a él, en remojo, esperando al fin de los días del cefalópodo más famoso del mundo. Hoy, un año después, Webb es un rancio recuerdo y España cumple aniversario de campeona del mundo. Antaño, cuando queríamos ver fútbol del bueno, de inmediato nos acercábamos a Brasil. Hoy, no hay más referente que «La Roja», también conocida como la filarmónica del balompié.