Sevilla

OPINIÓN: Lenguas

La Razón
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En Murcia nos comemos la lengua en salsa, a la manera fina en que la reinventó Raimundo cuando el Rincón (de Pepe) era el Rincón. Pero hay lenguas viperinas, lenguas de doble filo y gente que saca demasiado la lengua, un miembro (o miembra) este llamado lengua que también sirve para hablar, aunque el ser humano suele utilizarla habitualmente para ladrar o para insultar al árbitro en el fútbol, más que nada Mourinho, que fala varias lenguas, pero todas despellejadas.
Hay señores que están locos (o locas) en varias lenguas.
Hay algunos que la lengua más bien la sirven con tomate, que es una manera vasta de cocinarla, de la misma forma que no es lo mismo nuestra magra con tomate (un punto abrupta) que la carne en salsa que se zampan como tapa en la Baja Andalucía. ¿He dicho Andalucía? ¡Sevilla, para más señas…!

Pues resulta que el señor Mas (o menos) ha dicho ahora que los niños de su pequeño país, llamado Cataluña, salen del cole hablando castellano como lo hablan en Salamanca, Burgos, Valladolid o Soria (imagino que sin el laísmo propio de aquellas tierras de pan tomar), como queriendo decir que la famosa inmersión no impide hablar a sus infantes un perfecto castellano, y no como otros (de momento no ha mentado a los murcianos ni ha dicho nada de su acento), y luego añadió: «¡Y no digo ya nada de Sevilla, donde cuando hablan castellano no se les entiende!»

Pero hombre de Dios, señor Más o Menos, pero si los bajoandaluces, comenzando por los gaditanos, hablan el español más rico e ingenioso de la península, sólo comparable al que se habla en algunos países hispanoamericanos. Pero ya vemos que la lengua sirve igualmente para el vituperio y el vilipendio, y este señor la tiene tomada con los andaluces, aunque esta vez ha metido también a los gallegos en el saco del mal hablar. En fin, ante el mequetrefe deslenguado, mejor nos mordemos la lengua…