Berlín
Merkel se impone a Sarkozy: ni reforma del BCE ni eurobonos
Nicolas Sarkozy retrocedió ayer un paso más respecto a Angela Merkel, o lo que es lo mismo, claudicó ante la canciller alemana sometiéndose, al menos temporalmente, a la disciplina impuesta por Berlín. Y es que con su «triple A» en cuarentena, París está en condiciones de exigir.
París/Madrid- La minicumbre organizada en Estrasburgo debía escenificar el liderazgo de Francia, Alemania e Italia en la «operación salvamento» de la moneda única. Pero el encuentro, pese a alumbrar un pacto de mínimos, evidenció que el timón de Europa sólo lo lleva Merkel, reduciendo a su socio francés a mero subalterno y al italiano, recién incorporado a la tríada, a mero espectador.
Más allá de que las tres principales economías de la eurozona coincidieran en que harán «todo lo posible para apoyar y garantizar la perennidad del euro», como dijo el anfitrión galo, la entente del motor franco-alemán no fue más lejos. A dos semanas del próximo Consejo europeo en Bruselas, los mercados, que esperaban indicios de soluciones concretas para evitar la propagación de la crisis de deuda a otros países de la unión monetaria, se tuvieron que conformar con una iniciativa conjunta, a la que asociaron al nuevo primer ministro italiano, para mejorar la gobernanza económica de la eurozona.
El binomio «Merkozy» presentará antes de la cumbre del 9 de diciembre un proyecto de reforma de los Tratados europeos que, según Merkel, debería desembocar en una «unión fiscal». Es decir una mayor convergencia e integración de las políticas presupuestarias de los Diecisiete. Esta revisión podría, según fuentes galas, conceder a la CE mayor poder de intervención en los presupuestos nacionales y de sanción a los estados que no cumplan con el déficit.
Inflexible, la canciller reiteró su más tajante oposición a una ampliación del papel del Banco Central Europeo (BCE) como su homólogo francés lleva semanas promoviendo. Sarkozy quiere que la entidad, que actualmente se limita a su rol como estabilizador de la inflación, preste dinero al igual que hace la Reserva Federal estadounidense, pero también que intervenga mediante la compra masiva de obligaciones de países en dificultades para reducir así los tipos de interés que pagan.
Pero esas nuevas atribuciones implican una reforma de los Tratados europeos a la que ayer Angela Merkel, que recordó hasta en tres ocasiones la «independencia» del BCE, cerró la puerta. Una postura a la que Sarkozy tuvo que plegarse reconociendo, además, que fue un «compromiso positivo». «Trato de entender las líneas rojas de Alemania y ella las líneas rojas de Francia», se justificó.
La otra línea que Merkel no está dispuesta a franquear es la de los eurobonos. Tanto París como la CE los defienden como solución para afrontar solidariamente la deuda de la eurozona, pero la dirigente alemana los juzga prematuros e injustos. «Los eurobonos provocarían una nivelación de los tipos de interés entre los países europeos y no es una buena señal», reiteró, descartando que una mayor integración presupuestaria signifique aceptar las euro-obligaciones.
El encuentro significó también el regreso de Italia al corazón de Europa tras los laxos años de Berlusconi. Mario Monti detalló un programa de reformas para devolver el equilibrio a las cuentas públicas en 2013 y satisfizo al dúo franco-alemán. Un objetivo que aún podría ser reajustado, avisó.
El mercado prefiere ya la deuda inglesa
Las palabras de la canciller alemana fueron como un jarro de agua fría para los mercados europeos, y las bolsas amagaron con una sesión alcista por la mañana que finalmente no se produjo. El Ibex 35 perdió 180 puntos en algo más de hora y media y se asomó a los mínimos anuales registrados en septiembre. En el mercado secundario, los inversores rechazaron la deuda alemana y optaron por la inglesa, por lo que la rentabilidad del bono inglés se situó por debajo de la del alemán por primera vez desde el verano, tanto a 10, como a cinco y tres años. El «bund» volvió a encarecerse, al 2,194%, lo que se trasladó a las primas de riesgo de los países «señalados». La de España cayó hasta los 443 puntos básicos, mientras que la de Italia repuntó hasta 491.
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