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Del «ormigón» y otras modernidades por Reyes Calderón

La Razón
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Estoy corrigiendo exámenes. Leo hormigón sin hache y aprovechar con b. Lo último no es tan grave: en España tenemos aprovechados de todo tipo. Quizás, tras la burbuja, la palabra hormigón haya caído en desuso y sea comprensible. Pero me preocupa el mar de fondo. Una chica dice que PNV significa «Producto Nacional Vruto», otro que polígono es un hombre con muchas esposas. Que Beethoven escribió «Para Luisa» en la época de Franco o que el Teide está en Mallorca, donde veranea el Rey. Demasiados piensan que los habitantes de Ceuta son centauros, que Sancho Panza es el ayudante del Cid y que Homero es un jugador del Málaga Club de Fútbol. Pero, que las fases de la luna sean llena, nueva y menos cuarto me inquieta menos que piensen que eres lo que bebes, que vales según el móvil que calzas o que si no copias no eres de fiar. Me alarma que las provincias gallegas sean Cataluña, Lugo, Orense y Pontevedra, que en el Barroco todas las cosas sean de barro o que no sepan que Soria existe (¡que sí: yo la he visto!), pero más me inquieta que un porcentaje (pequeño, pero no insignificante) carezca de ambición personal, de grandes ideales o de principios; que se rían (lloren o droguen) por la sólida razón de que la murga se ríe, llora o droga. No sé, don José Ignacio, querido ministro, si tiene que haber más años de Bachiller y menos de Secundaria, más o menos Educación para la ciudadanía. Tampoco si acertaremos con las métricas, como planteó en su toma de posesión. Desconozco (aunque alguna obviedad hay) cómo fomentar talento educado, de excelencia. Pero yo, que soy de la EGB, el BUP y el COU, la ANECA y la CENAI, sé que si no hacen algo rápido terminaré INRI, colgarán mi necrológica en Facebook y me enteraré de ello por WhatsApp.