Actualidad
Plegarias anti-paro
Tras una noche de colas kilométricas, cientos de fieles acudieron ayer a pedir empleo al Cristo de Medinaceli. Muchos aguantaron hasta doce horas para besar los pies de una imagen que ha multiplicado sus devotos
MADRID- Como cada primer viernes de marzo, los madrileños más devotos visitaron ayer al Cristo de Medinaceli. La basílica, ubicada en la plaza de Jesús, congregó a cientos de ciudadanos que esperaron hasta 12 horas para poder besar el pie del nazareno. La eterna fila en la que se disponían ayer los fieles empezaba en la basílica, seguía por la calle Fúcar, se adentraba en la calle Atocha y llegaba hasta el Paseo del Prado. Sin embargo, aunque la mayoría de los que besaron al santo llegaron por la mañana, decenas de fieles llevaban unos cuantos días allí esperando. La devoción por este Cristo no tiene límites, y cada vez son más devotos los que se acercan a venerarlo. Las puertas de la basílica no cerraron hasta la madrugada, cuando hubo accedido hasta el último de los que componían la fila.
Según los fieles que año tras año esperan la cola, «esta vez ha venido más gente que nunca». Todos coinciden en que las circunstancias actuales de crisis económica invitan a acercarse a rezar al Cristo. «Pedimos por que disminuya el paro, para que nuestros hijos puedan trabajar cuanto antes», comenta María, una de las fieles que hace cola desde las 7 de la mañana. Un matrimonio que llegó a las 6:30 horas espera impaciente a besar al Cristo, y asegura que sus hijos «están un poco más adelante, pero éste es nuestro sitio desde que hemos llegado, y aquí nos vamos a quedar». Por su parte, una anciana está sola desde que llegó a primera hora de la mañana, pero asegura que tiene el sitio reservado a sus hijos que, por trabajo, no han podido venir antes. Los que llevan esperando todo el día, que suelen ser personas mayores, solicitan a los compañeros «seis o siete sitios, aunque luego no vengan todos», declara la anciana. Así, por la tarde, los familiares salen de trabajar y se incorporan a los sitios previamente reservados, lo que provoca que la fila avance más lentamente. «Por la mañana iba muy rápido –asegura– pero ahora se hace muy pesado. Otros deciden comprar el sitio un día antes. Acuerdan un precio con una o varias personas que tengan decidido acudir, y cuando se acerca el momento de acceder a la basílica, aparecen para ponerse a su lado.
Doce horas de espera
Son casi doce horas las que esperan para besar los pies del Cristo, y entre tanto, hay que comer. La mayoría lo hacen en restaurantes de la zona, y aseguran que «no hay problema de perder el sitio. Son muchas horas las que estás al lado de varias personas y acabas haciendo amistad». Cada uno tiene claro cuál es su sitio, y es suficiente con informar al compañero de que se volverá en unos minutos. Sagrario es una de las más fieles, y asegura que «este Cristo es muy milagroso; le tenemos mucha fe». No recuerda los años que lleva acercándose hasta la Basílica de Jesús de Medinaceli, pero reconoce, bromeando, que aún «era alta y guapa».
Como todos los años, un miembro de la Casa Real cumplió con la tradición de acudir a la basílica para rezar al Cristo. En esta ocasión, asistió la Infanta Elena, que fue vitoreada por todos los fieles y algún que otro viandante que nada tenía que ver con el evento. Por su parte, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, también quiso ser partícipe de la plegaria y, haciéndose eco de la voz de los devotos, pidió al Medinaceli «trabajo para todos los españoles».
El compromiso de la Casa Real
La imagen del Cristo fue secuestrada a finales del siglo XVII por los moros, pero los trinitarios lo rescataron y, a partir de ese momento, todos los años, por tradición, la Casa Real envía a uno de sus miembros. Así, en esta ocasión, acudió la Infanta Elena, que repite tres años después. El año pasado asistió su Majestad el Rey, y en años anteriores, el infante Don Carlos y la Infanta Doña Margarita.
LAS CIFRAS DE LA DEVOCIÓN
9 días
son los que esperaron haciendo cola decenas de devotos para ver a su Cristo
19 personas
fueron atendidas por el Samur a causa de lipotimias, mareos y caídas
3 deseos
son los que se piden al Cristo, de los cuales, según la creencia, se cumple uno
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