Lenguaje
La RAE tuitea por Ramón Sarmiento
En los últimos años las tecnologías de la información y del conocimiento (las TIC) han revolucionado las sociedades y también han mejorado las vidas de todos los habitantes del planeta. Antes la información la transmitían la familia, los maestros y los libros. Todo saber nacía y radicaba en la escuela o la universidad. Hoy las TIC han roto esas barreras. La gente se reúne en las comunidades virtuales de igual modo que antaño lo hacía en los cafés esperando encontrarse con los conocidos de siempre y sentir ese calor de estar entre amigos. El principal problema es el exceso de información y su baja calidad. Requiere ser acrisolada para que el conocimiento brille. Por ello, la escuela, la universidad y las instituciones han de adaptarse a los nuevos tiempos. Y la RAE acaba de hacerlo asomándose a la telaraña de M. McLuhan, en donde ha quedado enredada y, por ahora, tuiteando. Primero, porque, «si no estás en la red, no existes» y, segundo, porque todo cambio social genera nuevas palabras (neologismos) para denominar a las nuevas realidades. Los términos «tuiteo, tuitear, tuit, tuitero», recién hispanizados por la Academia, aparecerán en la 23ª edición de su diccionario. Son extranjerismos que, como blog o bloguero, han pasado ya la aduana del ámbito hispánico; otros están retenidos en ella todavía, como los «wasaperos» (del inglés whatsapp), que «wasapean» e intercambian «wasaps» con tanto empuje como los tuiteros. Las lenguas son un invento maravilloso. Hasta parecen alimentarse para no morir. Abrir las puertas al neologismo necesario es ley de vida. Como escribió el poeta latino Horacio en su «Epístola ad Pisones», introducir nuevas palabras siempre es lícito si es necesario.
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