París
Un espíritu levantino
Maalouf se describe muchas veces a sí mismo con un adjetivo: levantino, el que tiene su origen en el Mediterráneo. Para él, esa es una forma de ser, de vivir y de influir en el mundo, como un marinero, como un hombre-puente que hace del conocimiento y del humanismo la forma de mediar entre mundos en conflicto. Porque Maalouf sigue sintiéndose muy ligado a su origen libanés y con la cultura centroeuropea, desde su residencia en París. Y cuando escribe no prevalece ninguno de los dos puntos de vista: él es capaz de fusionarlos y de ir un paso más allá, de imaginar un mundo posible en el que estuvieran superadas todas las diferencias.Defiende a los hombres que transforman las culturas en las que viven en una nueva, los que convierten las experiencias en tolerancia, comprensión, ilustración y humanismo, y en ese esentido construye a sus personajes. También reivindica, en ese espíritu mediterráneo, el nacimiento de la democracia en Grecia, que defiende por encima de cualquier otro valor o creencia. Porque su reivindicación de los tiempos de Saladino o del Califato de Córdoba y del esplendor de la cultura islámica no le impiden realizar una llamada de atención al espíritu crítico de los musulmanes.Amin Maalouf no se ha cansado de repetir que por encima de las identidades culturales, por muchos siglos que tengan, están los derechos humanos, y todas las actitudes que los contradigan son un atraso. Esa es la autocrítica que pide al mundo musulmán. En su libro «Las cruzadas vistas por los árabes» explica de una manera muy clara que cuando un sistema político se ancla en dogmas religiosos deja de prosperar y se empobrece, algo que ve directamente relacionado con la ausencia de una Iglesia que consolide las interpretaciones de progreso de los textos sagrados. Pero su honestidad nunca le ha permitido volver la cabeza ante el trato que las sociedades occidentales dan a los inmigrantes, a los que, en vez de amparar, desprecian. Maalouf es, por encima de todo, un hombre optimista y bueno, en el sentido machadiano de la palabra. Y siempre confía en que se superarán los conflictos.
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