Barcelona

Ave sin vuelo

La Razón
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Se va una a ver a su Atleti en el Ave a Barcelona como una marquesa. Una pena que la crisis haya congelado los planes del Ministerio de Pepe Blanco por un año, que incluye, claro está, alta velocidad y que provocará que cinco zonas españolas tengan que esperar doce meses más para disfrutar de esta bendición locomotora. El problema del Ave, ya lo saben Vds, son los móviles ajenos. Ese móvil que además de sonar continuamente, incluye el politono de un pasodoble torero con sus clarines y sus timbales y el Himno del Atleti de Sabina. Dos horas y cuarenta minutos de viaje con el Himno del Atleti de Sabina, para ser precisos. Llega una a Barcelona con la cabeza como un bombo gracias a la furia colchonera de algún viajero, pero pensando que hay que ver lo buenos que son estos trenes, y te acuerdas de que la vuelta la haces en avión. Pero bueno, estás a lo que estás, te vas a animar a los chavales, la afición te pega un alegrón, te vuelves al hotel con un subidón de moral que te cuesta dormirte de la misma emoción y miras la salida del vuelo. No es muy pronto, fenomenal, me voy sin prisa, desayuno en el Prat, me compro una crema en el Aldeasa y a Madrid del tirón. Y, efectivamente, te vas al Prat. Te vas al Prat con tu bufanda rojiblanca y empiezas a notar que en la cola de tu compañía de «low cost» hay algo que no va bien. Te lo dije, te murmuras a tí misma, te dije que nunca más en «low cost» que lo barato sale caro, que luego te suman las tasas, la maleta, el equipaje de mano y te sale lo mismo que las otras, y encima con retraso. Y, de pronto, te toca. Hola, mire, buenas, que a Madrid voy en el de las once. Y la señorita levanta la vista. Ese vuelo lleva «overbooking». Y tú oyes «overbooking» y te vas a otra cola a ver cómo se largan los afortunados y tú te quedas ahí, con tu cara de imbécil. Pero, de pronto, se obra el milagro. La malísima educación de la lista de espera, esa que ya cree que puede ser faltona y grosera con los empleados de la compañía, te coloca de nuevo en el limbo aeroportuario y decides que, si puedes, evitarás en lo posible el avión. Y también a la ciudadanía. Todo para el pueblo, pero sin coincidir en sus horarios.