Afganistán

«No pararé hasta que se limpie el honor de mi hijo»

Las familias de los 17 militares no pueden ni quieren olvidar lo sucedido. En más de una ocasión se ha apuntado a un fallo humano de los pilotos del Cougar como la causa que provocó el siniestro. Sin embargo, para Eduardo Guitard, padre de uno de ellos, «se ha intentado responsabilizar a mi hijo de algo que no fue un accidente».

La Razón
La RazónLa Razón

Guitard denuncia que todo el juicio ha sido una «vergüenza» y que «ni el Gobierno ni Defensa se han molestado en investigar porque no quieren que se sepa la verdad». Eduardo se debate entre la emoción por los recuerdos de su hijo y la indignación por los motivos, aún no esclarecidos, que provocaron su muerte.

 

«Hablé con Zapatero dos días después de que mi hijo muriera y me dijo que había sido un accidente, cuando ni siquiera había comenzado la investigación», denuncia. Las críticas de Guitard también se dirigen contra el entonces ministro de Defensa, José Bono. «Cuando pasó el accidente del Yak-42 acusó al PP de haber engañado a las familias y él está haciendo exactamente lo mismo ahora. ¿Por qué no se presentó en persona al juicio? ¿Por qué se ha negado a hablar conmigo directamente durante todo este tiempo?», se pregunta Guitard. «Está claro que tiene algo que temer o algo esconde», añade.


Su hijo, David, que no llegaba a la treintena cuando se produjo el siniestro, era capitán y se había casado ocho meses antes. Tenía previsto regresar a España a mediados de septiembre, aunque había conseguido un permiso para ir a la boda de unos amigos. «Ya había estado en Irak y salió vivo de milagro», señalan sus padres. Para Guitard, no hay diferencia entre lo que ocurría en Irak y lo que ocurre ahora en Afganistán.

 

«Las dos son guerras, pero el Gobierno no lo quiere reconocer. Por eso disfraza lo que le pasó a mi hijo de accidente», asegura. Cinco años después, su objetivo es saber qué pasó aquella mañana del 16 de agosto y encontrar a aquellos que, a su juicio, «traicionaron» a su hijo. «Muchas personas intentaron ensuciar el honor de David y del resto de militares. Pero no me van a callar. Porque una herida así nunca se cierra, pero lo que está claro es que se agrava con las mentiras que se han dicho, y todo eso te da fuerzas para continuar», concluye.