Bolivia
Costa Rica se convierte en el centinela contra el narco
San José- El Parlamento de Costa Rica ha aprobado por amplia mayoría la ampliación de los acuerdos de cooperación con los Estados Unidos en materia de lucha contra el narcotráfico. La decisión, impulsada por el nuevo Gobierno de Laura Chinchilla, supone convertir al país centroamericano en la principal plataforma operativa, a caballo entre los «puestos avanzados» de Colombia y México. Centroamérica, en especial Guatemala y Honduras, es el eje fundamental del tráfico de cocaína desde el sur productor (Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador) al gran mercado estadounidense. La elección de Costa Rica por parte de Washington parece lógica no sólo por su situación geográfica, sino también porque su tejido institucional, con el poder judicial en cabeza, es mucho más sólido que el de sus vecinos.El acuerdo, a falta de la publicación oficial de los detalles técnicos, autoriza un notable incremento de los efectivos humanos y materiales que la Guardia Costera y la Marina norteamericanas pueden desplegar en territorio costarricense. Incluye, por supuesto, el uso de bases y apostaderos navales como aeropuertos. El acuerdo, como se ha encargado de recalcar la presidenta, no cambia la relación jurídica que hasta ahora mantenía la cooperación con Washington sino su tamaño. Así, se autoriza un contingente militar norteamericano de hasta 7.000 efectivos, aunque no es probable que se alcance un despliegue simultáneo de tal magnitud. Lo mismo reza para los buques de vigilancia –medio centenar–, las aeronaves, o los sistemas electrónicos de vigilancia. El mando teórico de las operaciones conjuntas sigue en manos del Ministerio del Interior de Costa Rica.Pese a estas precauciones, la noticia ha provocado una avalancha de reacciones negativas en un país que carece de fuerzas armadas desde 1948. Reacciones capitalizadas por los partidos de oposición y por asociaciones afines al movimiento bolivariano de Hugo Chávez. El fantasma de la «injerencia norteamericana» vuelve a las páginas de los periódicos y se vincula el acuerdo con el derrocamiento de Zelaya en Honduras y la instalación de siete bases conjuntas en Colombia.No obstante, entre la población de Costa Rica, se vive con alarma el incremento de la violencia y de los casos de corrupción inevitablemente ligados al auge del narcotráfico. Desde un punto de vista operacional, el principal problema de la lucha contra el narco se encuentra en el «vacío demográfico» que supone la costa atlántica centroamericana, zona de extensas selvas propicias a la construcción de pistas clandestinas. Junto a la geografía, también conspira en favor de los narcotraficantes la debilidad de las policías y sistemas judiciales locales. El despliegue aliviará las servidumbres logísticas.
«Estamos perdiendo la guerra»Le ha tocado al ministro del Interior de Costa Rica, José María Tijerino, defender ante la opinión pública el nuevo acuerdo de cooperación. Y lo ha hecho bajo dos argumentos: No hay merma alguna de la soberanía, «puesto que los militares vienen como grupo de apoyo al servicio de guardacostas»; y es una medida necesaria. «La lucha contra las drogas la estamos perdiendo tanto nosotros como los norteamericanos».
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