Asuntos sociales
Educar en cada gesto
Sol, la hija mayor de Mota y Marta, comienza a vivir su «despertar religioso». Ayer participó por primera vez en el Encuentro de la Familia
Son todo un equipo de amor para la vida. Mota y Marta se casaron hace cuatro años y medio y tienen aún mucho juego por delante. Sol de dos años y medio, y Casilda, de un mes, son sus mejores fichajes. Ayer, las pequeñas, se despertaron con una alegría especial, iban a participar en la fiesta de la familia. Sus padres quieren ser un ejemplo para sus hijas y educarlas en «virtudes, porque éstas permanecen siempre y no caducan», aseguran.
Sol, la mayor, tiene la mirada celeste y los rizos del pelo dorados, sonríe a cada saludo, canta villancicos con entusiasmo y repite de carrerilla los nombres de los tres Reyes Magos: su preferido es Melchor. Sus padres intentan educar a sus hijas «con el ejemplo, con mucha sencillez, hablándoles mucho, contándoles cosas, estando presentes...». En el coche, cuando van camino del colegio, ofrecen el día a Dios, bendicen la mesa, rezan por las noches. Sol, que no para de hacer arrumacos a su hermanita pequeña, comienza a experimentar ahora el «despertar religioso, y empieza a tener ya mucha conciencia de Dios y hace preguntas» cuenta su madre. Mota y Marta creen que con la cruel crisis que azota a Europa la familia es vital porque constituye el «mejor apoyo ante las dificultades». Reivindican, como tantos padres, su derecho a educar a sus hijos. «Los colegios deben ser un complemento a lo que ven en casa, pero nunca una sustitución. En el colegio pasan muchas horas y una de sus misiones debe ser la de ayudarnos».
La parroquia de San Jorge se ha convertido en su segunda casa. Después de la Misa de las Familias celebraron allí una animada comida rodeados de familias numerosas donde cada uno llevaba lo que podía y lo compartía con los demás. Después de un paseo por el parque recibieron en casa a un matrimonio amigo. La casa de Mota y Marta es una casa de puertas abiertas.
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