Ciencia y Tecnología

OPINIÓN: La estrategia del cobarde

La Razón
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Nada hay nuevo bajo el sol, y el comportamiento/actuación que ahora «denuncio» lo podemos encontrar en el inicio mismo de la vida sedentaria; lo que sucede es que en la actualidad, con el uso de medios afines –a veces, en apariencia, no tanto- de las nuevas tecnologías, redes sociales y demás zarandajas, en las que muchos ocupados pierden el tiempo en sus horas de trabajo, la acción se amplía, sus efectos se extienden y el cobarde consigue antes sus objetivos.
Y ¿cómo actúa el cobarde?, ¿cuál es su estrategia? Podríamos preguntar también qué persigue, pero eso queda aclarado –creo- si se sigue el desarrollo del texto. El cobarde nunca da la cara, nunca aparece en primera persona cuando lanza sus ataques, cuando –mediante la mentira- busca el desprestigio del que le molesta o al que le tiene envidia, siempre se sirve de otro –otros- que puede manejar y al que podrá dejar tirado si le interesa.
Este «interpuesto» se convierte en vocero del cobarde, expone sus argumentos, difunde la hiel que almacena sin citar la procedencia, representa el papel de marioneta a la perfección, y hasta hace suyos los diálogos escritos por el que lo maneja (la capacidad de convicción del cobarde es tan grande que engaña a propios y extraños y hace creer en su valentía y honestidad), convirtiéndose en autor y actor, y en responsable siempre que tenga compañía, pues él también es cobarde en solitario.
Y la estrategia le sale bien, le beneficia, lo pone al margen de cualquier sospecha, y cuando el que la padece reacciona, se defiende y cita su nombre, el cobarde, el que se ha mantenido oculto, se presenta como víctima que no entiende tamaño rencor, la inquina del que protesta, el odio acumulado durante años cuando él «nunca ha dicho nada». Y lo malo es que esta estrategia triunfa, y el cobarde siempre queda al margen del mal que cobardemente ha hecho.