Roma
Tres meses más en Libia
Después de haber incrementado sus ataques en Libia y después de los bombardeos más intensos sobre Trípoli desde el inicio de sus operaciones hace dos meses, la OTAN extendió ayer la «Operación Protector Unificado» otros 90 días, hasta septiembre.
El secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmu-ssen, dijo que esta decisión es un «claro mensaje» al régimen de Gadafi: la OTAN seguirá adelante con sus esfuerzos y presión, a pesar de las crecientes súplicas por parte de Trípoli de que detenga los bombardeos, que según el régimen habrían causado ya 718 muertos y más de 4.000 heridos civiles. El mensaje de Rasmussen también iba dirigido al pueblo libio: «La OTAN y toda la comunidad internacional están con vosotros. Trabajamos unidos para asegurar que podáis moldear vuestro futuro. Y ese día se está acercando». Según el secretario de la OTAN, no hay duda de que Gadafi se irá, es sólo cuestión de tiempo. Para acelerar ese momento, la OTAN ha aumentado la frecuencia y objetivos de sus bombardeos en la última semana, especialmente en la capital, donde incluso ha llevado a cabo incursiones diurnas, después de que los Servicios Secretos británicos desvelaran que Gadafi podría estar escondiéndose por la noche en hospitales para evitar los ataques contra su residencia y otros edificios oficiales, que hasta ahora tenían lugar de madrugada.
La misión de la OTAN contará ahora con refuerzos: está previsto que helicópteros británicos y franceses empiecen a operar esta semana en Misrata, donde siguen los enfrentamientos entre las fuerzas de Gadafi y los rebeldes en la zona de Dafniya, a varios kilómetros de la ciudad, cuya población civil se encuentra finalmente a salvo. Los revolucionarios consiguieron expulsar del centro habitado a las tropas gubernamentales y ahora la OTAN está terminando su trabajo en el desierto, aniquilando el armamento de los gadafistas, que sigue siendo muy superior al de los rebeldes. La televisión árabe Al Yazira destapó esta semana la presencia de lo que podrían ser tropas extranjeras en el frente de Misrata, donde estarían colaborando con la OTAN desde tierra, además de asesorar y adiestrar a los revolucionarios, como ya lo están haciendo en Bengasi, donde grupos de voluntarios han sido entrenados por europeos, tal y como aseguraron fuentes rebeldes a LA RAZÓN. Estas mismas fuentes explicaron a este periódico que, mientras en Misrata los milicianos siguen combatiendo, en el frente este –estancado desde hace semanas entre Ajdabiya y Brega– el nuevo Ejército revolucionario no está luchando, sino manteniendo sus posiciones: «Tiene órdenes de la OTAN de no avanzar ni atacar».
Pero la guerra en este frente ya olvidado, así como en el desierto en el sureste de Libia o en las montañas del oeste, e incluso en la famosa Misrata, no marcará la diferencia. Tanto la comunidad internacional como el Gobierno de Bengasi esperan que el régimen colapse desde dentro, gracias a la presión ejercida desde fuera. Y esto está empezando a tener lugar: ocho altos mandos del Ejército desertaron y huyeron el lunes a Roma, donde ayer llegó el ya ex ministro de Petróleo de Gadafi, Shukry Ghanim, uno de los cargos más altos que ha abandonado al coronel desde el comienzo de la revolución el 17 de febrero. Mientras, la Cámara de Representantes de EE UU postergó ayer el debate y la votación de una resolución demócrata para poner fin a la intervención militar estadounidense en Libia, aunque los republicanos analizarán el asunto hoy en una reunión especial.
Argelia cree que armas libias llegan al santuario de Al Qaida en Mali
Estados Unidos tiene una preocupación real por la posibilidad de que el armamento de Libia acabe en manos de Al Qaida, según reconoció ayer el jefe del Mando Africano del Ejército estadounidense, el general Carter F. Ham. «Estados Unidos comparte esta preocupación sobre la proliferación de armas procedentes de Libia a otros lugares, incluidos aquellos bajo control de Al Qaida y otros», señaló el general Ham en rueda de prensa. Argelia ha indicado que cree que el caos reinante en Libia y la gran cantidad de armas que circulan en este país serán explotadas por Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI). Un responsable de seguridad argelino señaló a Reuters que convoyes de furgonetas con armas han estado cruzando la frontera entre Libia y Níger, y desde allí se han trasladado al norte de Mali, donde AQMI tiene bases en el desierto.
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