España
En busca de autor
Seguimos en Estado de Alarma para garantizar el tráfico aéreo durante las vacaciones de Navidad. En dos semanas al Gobierno no se le ha ocurrido nada mejor para mantener a raya a los controladores aéreos que causaron el gran caos el viernes día 3, cuando miles de personas se disponían a disfrutar del puente de la Inmaculada y la Constitución. El campeón del diálogo y el talante, que ha decidido esconderse detrás de Rubalcaba y de José Blanco para intentar eludir, una vez más, su responsabilidad política en esta crisis, no tiene el menor empacho en abusar de una medida inédita y excepcional para calmar los ánimos de los ciudadanos. Zapatero sólo sabe mantenerse en el puente de mando cuando el viento sopla a favor, y corre a esconderse en su camarote cada vez que arrecia la tormenta. Y luego se extrañan de lo que dicen las encuestas y de los abucheos cada vez que se expone ante la gente en actos públicos. La demagogia en tiempos revueltos pierde la mayor parte de su eficacia, y la reiterada descripción de los privilegios de los que han gozado hasta ahora los controladores no es argumento suficiente. Casi siete años ha tenido este Gobierno para solucionar el tema con la legislación ordinaria en la mano, y no lo ha hecho. Aún peor, nos dijo que estaba arreglado hace muchos meses y no era cierto como se demostró hace dos semanas. ¿Acaso no era igual de necesario cambiar las condiciones laborales de este colectivo cerrado, corporativista e insolidario, en el año 2004 o en los seis siguientes? Por supuesto que no desde la perspectiva de un Gobierno que sólo reconoce los problemas cuando le estallan en las manos y la onda expansiva llena de metralla el trasero de los ciudadanos. Unos ciudadanos que asisten perplejos, como los seis personajes en busca de autor de Luigi Pirandello, al disparate de que Gaspar Llamazares salga en defensa de los controladores, el PSOE aplauda el mantenimiento del Estado de Alarma en lugar de exigir al Gobierno, el que apoyan, que use la legislación laboral, y la derecha nacionalista catalana, que se considera engañada por Zapatero, se preste a ser muleta de un Gobierno que no se sostiene. España es hoy un personaje en busca de alguien coherente que le escriba un guión de futuro. Pero un guión para que se interprete de la A a la Z sin interrupciones, tachaduras y rectificaciones constantes y sin criterio, sólo basadas en el cortoplacismo. Nada parece ser como quiere hacernos creer el Gobierno, y es esa falta de credibilidad la que nos esta llevando a una situación general cuando menos inquietante. La alarma no está en el decreto para hacer trabajar a los controladores. Lo alarmante es la falta de capacidad para enfrentar los problemas, desde los más grandes a los más pequeños, tantas veces demostrada por este Gobierno que se ha quedado sin piezas de recambio. Lo único sensato es cambiar de taller y de mecánico lo antes posible. Antes de que nos veamos en un callejón sin salida o con una salida demasiado traumática.
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