Barcelona
Cuerpos por María José Navarro
La autoridad (que es ese ente abstracto al que se acude sobre todo para ver si le da por suspender los toros aunque haga buen tiempo) ha prohibido un anuncio de un videojuego en el que David Villa, delantero del Barcelona y de la Selección española, sale abollando a pelotazos un coche de Policía. Digo yo que a la autoridad le ha parecido mal ese afán abollador, por interpretar que puede llevar a animar a la gente a destrozar coches patrulla. La autoridad, que vela porque todo sea políticamente correcto, ha cruzado una línea peligrosa. ¿Se prohibirá ahora con efecto retroactivo la saga de «Los locos de Cannonball»? ¿Se reescribirán Los Simpson para que el Agente Wiggun sea listísimo? ¿Se pedirán daños y perjuicios a los guionistas de «El Sheriff Lobo»? Aunque bien pensado, y evitando mitomanía anti-Policía, la verdad es que el anuncio no cae en buen momento y la opinión pública lo ve, porque teme las consecuencias. Unos, los más optimistas, temen que del asiento de atrás salgan diez o doce antidisturbios en formación tortuga y aporreen a Villa, lo que sería un problema mayúsculo para el banquillo azulgrana, encima sin Puyol. Otros, mucho más catastrofistas, temen que del coche abollado salgan los policías municipales de Cerdanyola y hagan la versión maxi-single y coreografiada de su famoso vídeo. Los que ya dudan en tirarse por un balcón son los que temen un aturdimiento del estamento policial por culpa de los pelotazos que lleve a la autoridad a intentar disolver manifestaciones enviando por error a los policías bailarines, que irrumpirían entre los manifestantes radicales al ritmo de YMCA. Vamos que, Villa, hijo, deja ya de joder con la pelota.
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