Manifestaciones violentas
El régimen tunecino «rescata» la Constitución para frenar el caos
Ya no hay vuelta atrás. El pueblo tunecino ha derrocado a Zine El Abidine Ben Ali después de 23 años en el Gobierno. Tras una noche de incertidumbre en la que no se sabía ni siquiera el paradero del dictador, ayer la maquinaria política comenzó a labrar el futuro de Túnez.
Antes de huir el viernes, Ben Ali designó a su primer ministro, Mohamed Ghannouchi, como su sucesor temporal. Sin embargo, la Corte Constitucional nombró ayer al actual presidente del Parlamento, Fouad Mebazaa, nuevo presidente interino, tal y como establece la Carta Magna. No fue el único anuncio importante del día: se tendrán que celebrar elecciones presidenciales en un plazo máximo de dos meses.
Durante 23 años, el régimen dictatorial de Ben Ali se ha encargado de reprimir a la oposición política, por lo que la gran pregunta es quién podrá representarles en unas elecciones abiertas y democráticas. Los ocho grupos políticos están muy divididos entre ellos y prácticamente no cuentan con líderes conocidos entre los tunecinos. No obstante, la primera decisión de Mebaza fue la de pedir a Ghannouchi que se reuniera con ellos para formar un Gobierno de coalición. El primer ministro aceptó y, aunque la respuesta de los partidos no se tendrá hasta hoy, se espera que tiendan hacia la unidad.
«Por que nadie lo esperaba, los riesgos son mucho mayores. El peligro es un vacío de poder», explica la analista de IHS Global Insigh», Gala Riana. «Las protestas no han tenido ningún líder político, por lo que nadie tiene la autoridad para asumir el mando del país». Para Sihem Ben Sedrina, la hija de un prisionero político, éste era su peor temor en plena manifestación en contra de Ben Ali horas antes de que se marchara de Túnez. «Sabemos que ya no aguantamos más a este dictador, que necesitamos un sistema democrático y libre, ¿pero quién va a ser capaz de llevarlo a cabo? ¿los corruptos del gabinete de Ben Ali o los opositores que no conocemos?». El mismo miedo que planteaba Sedrina lo tiene la comunidad internacional, que ayer reaccionó de forma parecida ante el derrocamiento de uno de sus aliados en la lucha contra el terrorismo islamista. Mientras que desde la Unión Europea se pedían «soluciones democráticas duraderas», el presidente Barack Obama declaró que «el futuro de Túnez será más brillante si le guían las voces del pueblo».
En la sede de la principal fuerza opositora, el Partido Democrático Progresista, Halim Meddel adelantó a LA RAZÓN que las demandas que iba a hacer su líder, Nejib Chebbi, serían « libertad de Prensa, la liberación de todos los presos políticos, incluidos los islamistas, y la reforma de la Constitución». La misma Ley de leyes que ha permitido al presidente del Parlamento tomar el poder.
En las calles de Túnez la tensión se puede cortar con cuchillo. Nadie camina junto a más de dos personas y la Policía está en cada bocacalle del centro. Agrupados por decenas y armados, los guardias no permiten a los viandantes pararse ni tampoco mirar cuando, a tan sólo unos metros, sus compañeros están pegando una paliza a algún tunecino. La población los teme. En la rue du Marseille, este periódico fue testigo de una fuerte reprimenda a un grupo de tunecinos desarmados.
No ha sido la única del día, desde que se instauró el Estado de Emergencia los agentes han detenido a centenares de personas usando la fuerza. Según algunos testimonios recogidos por LA RAZÓN, los guardias estarían detrás del saqueo de algunas tiendas del centro de la capital.
Facebook, Twitter y Youtube se han convertido en un hervidero de vídeos que muestran la violencia de los policías y cómo asustan a la población. Los móviles han pasado a ser la mejor herramienta de estos valientes reporteros.
Pese a que los militares se encuentran desplegados en cada edificio oficial, a los tunecinos no les molesta su presencia y hasta en ocasiones les dan las gracias. Aunque hay diversos analistas locales que ven en el Ejército la clave en este derrocamiento y en el futuro de Túnez, lo único que está claro es que los tunecinos ya no pueden ni quieren volver atrás. El 14 de enero será un día inolvidable; lo que venga a partir de ahora es un gran interrogante.
Centenares de españoles, sin poder volar
La desesperación cundía ayer entre los 150 y 200 españoles que no pudieron coger sus vuelos de regreso a casa. Antonio Constan tenía que marcharse a las 15:00 horas con Tunis Air; pero pasadas las 18:00 horas se lo cancelaron. Junto a él otras decenas de empresarios, universitarios en viaje de estudio o simples turistas quedaron atrapados en el aeropuerto de Cartago. El toque de queda les impidió irse a un hotel y se resignaron a pasar allí la noche. El Ministerio de Exteriores formó ayer a última hora un equipo de trabajo para gestionar su salida. Los afectados, sin embargo, no habían recibido ninguna noticia del Gobierno.
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