China
Agricultura vertical por Ramón TAMAMES
Podríamos rememorar los legendarios jardines colgantes de Babilonia que produjeron la estupefacción de Alejandro Magno hace más de 2.300 años. Pero el tema que hoy nos ocupa trasciende de lo puramente ornamental para relacionarse con la necesidad de los países más poblados del mundo a efectos de producir alimentos en grandes cantidades sin ocupar la tradicional superficie agraria útil. Con lo cual podrá evitarse roturar espacios más o menos silvestres, destruyendo los
hábitats de especies en peligro de extinción, que
son áreas de gran interés para la biodiversidad.
Precisamente para cubrir todos esos objetivos está desarrollándose lo que Dickson Despommier patentizó en su libro «The vertical farm». Se trata, en pocas palabras, de lograr productos hortofrutícolas —con rendimientos hasta 20 veces los tradicionales en agriculturas de regadío— en instalaciones ad hoc: torres de varias a alturas, con recipientes para plantas vegetales en sus pisos sucesivos, disponiendo de adecuada difusión de luz natural y artificial, de sistemas hidropónicos de circuitos cerrados en cuanto a fluidos de agua y nutrientes y con suministro reforzado de CO2.
En síntesis, nos referimos a una agricultura industrializada, en verdaderas fábricas de alimentos frescos que podrían situarse dentro de las ciudades o en su inmediata proximidad. Con la ventaja adicional de eliminar costes de transportes, así como sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Están funcionando ya experiencias de este importante desarrollo en lugares en los que no cabe reparar en costes: estaciones científicas de la Antártida, submarinos nucleares, etcétera. Pero también existen instalaciones de agricultura vertical, en términos aún experimentales, en terrazas de Brooklyn, Birmingham, California, China, etcétera. («The Economist», 11.XII.2010).
Naturalmente, al plantearse la gran producción a escala comercial, habrá de conseguirse que el suministro de energía para la luz y las condiciones térmicas, se haga en condiciones económicas y recurriendo a renovables no contaminantes (solar, eólica, etcétera). Algo que, con toda seguridad, se logrará en no mucho tiempo.
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