Cataluña

Matar sin sangre por dr Bartolomé Beltrán

Matar sin sangre, por dr. Bartolomé Beltrán
Matar sin sangre, por dr. Bartolomé Beltránlarazon

Nunca pensé que iba a tener que escribir sobre las pistolas eléctricas Taser, esas que producen descargas de hasta 50.000 voltios y dejan al delincuente paralizado unos segundos para poder se atrapado. Ciertamente, a mí me gustan las descargas eléctricas que salvan vidas. Eso es lo que hicieron días atrás los médicos del hospital Virgen de las Nieves, de Granada, cuando para salvar un bebe de 2 meses le colocaron un desfibrilador automático implantable (DAI). También me encantan aquellas intervenciones que tienen por objetivo solucionar problemas del ritmo cardiaco. Sin embargo me cuesta pensar sobre dónde está el límite para que una pistola pueda servir como mecanismo de seguridad y en qué momento su descarga puede propiciar la muerte de una persona aunque ésta sea un presunto ladrón, asesino o delincuente común. Ya sé que este tipo de pistolas se han implantado en zonas como Cataluña, Comunidad Valenciana o Canarias y que mientras en nuestro querido país vecino, Francia, hay más de cinco mil aquí andamos rondando la cifra de unas trescientas pistolitas de este modelo. El problema fundamental es que no podemos establecer un parámetro común entre las personas para evaluar cómo recibe cada cual ese tipo de descarga. Y lo cierto es que más de doscientas personas ya han muerto en el mundo con este tipo de injerencia biológica que tiene la virtud para las policías maléficas de no dejar manchas de sangre ni señal violenta alguna. Los factores que hay que tener en cuenta para calcular su potencial daño son el voltaje del circuito, la resistencia eléctrica del cuerpo humano, la duración del contacto y la intensidad de la corriente. Hay valores de corrientes que son imperceptibles y en cambio otros pueden provocar desde contracciones violentas del conjunto de la caja torácica hasta la muerte por fibrilación ventricular. Seguro.