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El día del alivio por Gustavo de Arístegui

La Razón
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El histrionismo sanguinario del «líder de la Revolución del Primero de Septiembre» podía seguir generando perpetua inestabilidad si Gadafi no hubiera sido detenido o, como ha sido el caso, abatido. Nada indica que lo poco que queda del régimen yamahiri de Gadafi vaya a poder montar algún tipo de movimiento de resistencia con capacidad real de desestabilización. Sin embargo, en su delirio y en su locura, incendiado por el odio y la rabia, parece comprobado que Gadafi realizó diversas entregas de armas y puede que hasta de misiles tierra superficie, nada menos que a sus otrora archienemigos de Al Qaeda en el Magreb Islámico. El deseo de Gadafi, como siempre, era sembrar el caos y la violencia entre sus vecinos en vías de democratizacióny plantar la semilla de la permanente inestabilidad en unas regiones, el Magreb y el Sahel, esenciales para la seguridad de Europa y del mundo. El futuro es, sin embargo, incierto. Libia es un país sin espina dorsal puesto que carece de sociedad civil ni instituciones creíbles, no ya imperio de la ley, por no existir tampoco existe ésta. A esto hay que añadir la inmensidad de su territorio, su invertebración territorial, la heterogeneidad de sus tres regiones y el inmenso peso que en el país tienen las tribus. El Consejo General de Transición (CNT) es muy heterogéneo, y en su seno conviven desde islamistas a liberales. Libia necesitará, durante más tiempo que sus vecinos, a los miembros más centrados de este Consejo, para la convocatoria, con garantías, de unas elecciones en ese país. El verdadero desafío empieza ahora.